Héctor Domínguez (38, changarín, padre de tres chicos) había tenido problemas con su Fiat Fiorino en plena ejecución de una changa, cuando el alternador del vehículo comenzó a darle problemas. No lo pensó dos veces, llamó a su hermano Osvaldo (39, repositor de mercadería, cuatro hijos) para que lo ayudara a empujar el utilitario y, de paso, a terminar con su trabajo. En eso estaban alrededor de las 21,30 del viernes a casi tres cuadras de su casa, en Saavedra, al Este del cruce con Salta, Chimbas, cuando los encañonaron dos sujetos en moto. ‘Dame la plata’, le exigió uno de ellos a Héctor por el lado del conductor. ‘Pará que me baje’, pidió el hombre; era necesario, por su gran estructura física. Una vez afuera, Héctor comenzó a recibir golpes en la cabeza para que no se resistiera, pero al ver el ataque, Osvaldo no pudo contenerse y bajó también para intentar evitar la injusta golpiza. Pero nada puso hacer. Apenas bajó, el otro delincuente le descerrajó un disparo que atravesó su pierna izquierda y también la derecha, aunque en esta última le dejó un daño más grave: fractura de tibia y peroné.

El violento desenlace del asalto, fue a la vez el detonante para que los ladrones resolvieran marcharse en el acto, sin robar nada. Según una hermana de los Domínguez, Danisa, así sucedieron los hechos la noche del viernes. ‘Gracias a Dios que están vivos, porque ahora es así, desgraciadamente hay que agradecer que estos ‘chicos buenos’ te dejen vivir. Nosotros somos gente de trabajo. Mi mamá enviudó con cinco chicos pequeños y sola nos dio escuela y nos enseñó a trabajar. No fuimos tocados por ninguna varita mágica y no jodemos ni le pedimos nada a nadie, pero esto no puede ser’, dijo Danisa.