Que una tetera, un ventilador, un tubo de oxígeno… lo que podían arrastrar con un gancho a través de las rejas de las ventanas del fondo. La vida del puesto sanitario José Ruíz en la calle René Favaloro, frente al Lote Hogar 38 de Chimbas, tiene una larga historia de ataques de delincuentes, algunas más dañinas que otras, como cuando entraron y se llevaron una bicicleta, dos esterilizadores, una máquina de escribir, una estufa y un ventilador. O la vez, hace unos ocho meses, en que se llevaron unos 500 kilos de la leche especial que se les da a los niños menores de 2 años o a los desnutridos de hasta 6. O la del fin de semana pasado, que de alguna manera ya se lo veían venir en el puesto, porque en lugar del gancho optaron por reventar el marco de una ventana, arrancar las rejas de la otra y llevársela, igual que otra reja más que había adentro, en un depósito, y que iba a ser puesta por personal del Obrador Central de la Dirección de Arquitectura para darle más seguridad al lugar.
Pero ahora no sólo sustrajeron las rejas: él o los delincuentes se llevaron además otros kilos de leche (100 según los empleados, 42 según la policía) y una carretilla, tres palas y una bolsa con herramientas (con cucharas, tenazas, puntas, mazas) con las que trabajaban para hacer más seguro ese edificio cada vez más parecido a una cárcel, contaron ayer en el puesto sanitario atacado. Encima, antes de huir iniciaron un incendio que por fortuna no provocó mayores perjuicios, dijeron en el puesto sanitario.
"Es un tristeza para nosotros lo que está pasando… sólo queremos trabajar tranquilos y no que nos roben, porque este lugar es muy necesario para mucha gente", dijo ayer la licenciada en Nutrición, Eliana Gómez.
¿Cuánta gente? Ayer estimaron que son unas 10.000 personas por mes de unos 15 complejos habitacionales, las que concurren al lugar por la leche para sus hijos o para otros servicios sanitarios, como la atención de los niños, nutrición, ginecología, diabetes, cardiología, odontología, además de los cursos para embarazadas, los talleres o las charlas que salen dar en las escuelas.
¿Qué hacer para frenar los ataques? "Deberían poner un casero", sugirieron ayer los empleados del Obrador Central, que de todos modos reemplazarán las rejas por ladrillos en las ventanas de la parte trasera del edificio (adelante hay iluminación artificial) que es la preferida por los delincuentes para atacar porque así pueden huir por los fondos, en los que hace mucho tiempo se robaron las telas metálicas del cierre perimetral.

