Los ladrones no dejan en paz a las escuelas ni en vacaciones. Ayer, a plena luz del día, delincuentes entraron a saquear una escuela de Rivadavia. Parece que tenían todo estudiado porque entraron al depósito del establecimiento y robaron cajas de leche y algunas estufas que había sido retiradas de las aulas y guardadas en ese lugar, justamente, para evitar que las sustrajeran en esta época de receso escolar. En la fuga, los desconocidos dejaron tirado parte del botín.
El robo tuvo como blanco nuevamente a la Escuela Julia León, situada en la calle Hipólito Yrigoyen (ex San Miguel) al 2231 Sur, entre Comandante Cabot y República del Líbano. El hecho no sorprende: hace un mes, desconocidos robaron una estufa de 3.000 calorías y hasta un armario nuevo de una oficina, contó el casero, Mauricio Pereyra. Anteriormente, les habían sustraído herramientas y algunas máquinas del área de taller. ‘Los robos son permanentes y no hay solución. Se robaron hasta las luces de emergencia. Se meten por cualquier lado: la pared de atrás tiene boquete que abrieron los mismos ladrones, además hay ventanas que no tienen vidrios’, aseguró el trabajador, que también teme por su familia.
La historia volvió a repetirse ayer, alrededor de 17.30. Los delincuentes violentaron la puerta de la cocina para ingresar al predio y después rompieron la puerta de un aula del ala Norte, que funciona como depósito. Fue como si supieran dónde estaban las cosas de valor. Y es que ahí guardan la mercadería y los equipos y artefactos del establecimiento.
Se sabe que se llevaron cajas que contenían 10 paquetes de leche, cada una, y algunos artefactos, entre ellos estufas. En la escuela explicaron que no podían precisar la cantidad y qué tipo de elementos faltaban, dado que los directivos se iban a reunir recién hoy a la mañana para hacer un inventario.
Lo que sí explicaron es que los ladrones dejaron abandonados, mientras escapaban por un descampado, tres estufas y cuatro cajas con leche. Esto fue después de que el casero (vive en otro sector de la escuela) escuchó ruidos y fue a ver qué pasaba en el interior del edificio. Eso motivó que los delincuentes, que no se sabe desde qué hora estaban adentro, emprendieran la fuga sin ser vistos. El mismo empleado llamó a la Policía y a los pocos minutos llegaron los uniformados que tiene su puesto a una cuadra y media de la escuela.

