"Me la dieron". Eso dijo ayer Rosa Agüero para intentar despegarse de haberse quedado de manera ilegal con la hija de Vanesa Sánchez.

El médico sospechado de "matar" a una beba con un certificado de defunción y de hacerla "revivir" con otro de nacimiento, pero ya como hija de una mujer conocida suya, hace 20 años, presentó un pedido de eximisión de prisión para no quedar preso luego de dar su versión como sospechoso en esa escandalosa maniobra que tiene otras tres detenidas: la mujer que crió a esa niña, su hermana y una prima, dijeron fuentes judiciales.

Ahora, el juez Leopoldo Rago Gallo debe resolver si accede o no a la petición del profesional, Celestino Elías.

Y también deberá definir qué valor probatorio le dará a un papel escrito que presentó Rosa Agüero, la mujer que crió como suya a la hija de Vanesa Sánchez. Según voceros judiciales, en ese escrito Agüero asegura que le "dieron" a la criatura.

Había sido el fiscal Francisco Maldonado quien pidió detener a los cuatro implicados en ese hecho, en el que detectó al menos tres delitos: la sustracción de la niña, la supresión de su identidad y la falsificación de documentos, como el DNI para que figurara como hija de otra persona.

Veinte años atrás, Vanesa Sánchez había quedado en una situación vulnerable: era muy joven, quedó embarazada y estaba prácticamente en la calle. Entonces conoció al médico que le hizo de nexo con alguien que la podía acoger, Rosa Agüero. Y enseguida a Sánchez le permitieron quedarse en esa casa, donde vivían también la hermana y una prima de Agüero. Pero poco después de dar a luz a Micaela Guadalupe (así la asentó en el Registro Civil) ocurrió algo que la joven -según la denuncia- no imaginó. Un día la mandaron a buscar trabajo y al volver no la dejaron entrar y le negaron a su beba. Después de mucho insistir, le dijeron que había muerto, según denunció.

Y desde entonces quedó con la espina, hasta que en octubre del año pasado se convenció de que esa niña de Rosa Agüero no podía ser otra que su hija y denunció en la Fiscalía Federal. Un ADN fue la contundente prueba de que estaba en lo cierto.