Extrovertida, amante del hockey sobre césped, protectora de sus seres queridos, fanática del cuartetero Damián Córdoba y la música tropical, pero por sobre todas las cosas, una persona solidaria.

Para aquellos que conocían a Rocío Villalón (16), las ganas de ayudar a los demás era la principal virtud de esa jovencita asesinada el pasado fin de semana en Pocito. Quizás la acción que mejor defina a esa niña fue la que tomó cuando estaba por cumplir 15 años y les pidió a sus padres que no le hicieran la fiesta. Todo, para que festejaran el año que viene los 15 de su hermana Fernanda (14). Eso sí, a cambio, ella ya se había puesto a la cabeza de la organización del festejo.

Su abuela Estela también la tildó de ‘jodona’. ‘Me decía vieja jodida. A veces me tocaba la cola. O ponía la música fuerte para bailar conmigo o su tía. Ésa era Rocío, una niña que fue abanderada en la Primaria, que no salía a los boliches y que cuidaba a sus 3 hermanos’, dijo la mujer.

Para sus amigos, una payasada o alguna frase graciosa de ‘La Roly’, como la apodaban, bastaba para levantarle el ánimo a cualquiera. O con sus ocurrencias, como la de pintarse para parecer mayor y así ver si podía ingresar al próximo recital de Damián Córdoba en San Juan. Sus ‘mangueos’ de comida a sus compañeros en los recreos, pedir el celular para mandar algún mensajito, sacar un espejito para mirarse en medio de clase o ir de un lado a otro a charlar con distintos grupos, son cosas que van a extrañar esos 33 alumnos de 5to Año de Ciencias Naturales del colegio San Vicente de Paul. Para ese grupo de chicos y para las autoridades del colegio el crimen cayó como un baldazo de agua fría. Tanto, que ayer pusieron en una pared del curso cartulinas con mensajes para Rocío y frases ‘típicas’ que ella usaba. También dejaron vacío el banco que usaba.

‘Era una alumna promedio, sin problemas de conducta, con alguna que otra tardanza, pero nada más. Todavía no caemos’, dijo Adriana Cobos, directora del colegio.