Que el rigor del invierno menguara hasta dejar una tarde de domingo agradable, se presentó como la ocasión más acertada para dejar la casa en busca de aire libre y distensión. Eso pensaron las hermanas Mirta (61) y Silvia Medina (62), sobre todo por su mamá Ema Trípodi, de 88 años y enferma de Alzheimer. Partieron a las 18 rumbo a lo de su hermano a tomar unos mates y antes de regresar, como siempre, fueron a misa. El problema surgió al volver, alrededor de las 22. Entonces se toparon con una amargura conocida: un robo en su propia vivienda, perpetrado con la misma modalidad desde que habitan esa casa de Thomas Edison en el barrio Santa Rosa: ingreso a la propiedad por la medianera del fondo que da a una calle y la enésima invasión en la vivienda tras arrancar de cuajo una reja y romper la ventana de un dormitorio que utilizan para el planchado.

Adentro, lo de siempre: todo revuelto y, como siempre, la ausencia de las cosas de mayor valor: dos costosos relojes (incluido un Citizen), pulseras, aros y anillos con diamantes de Silvia, joyas que fueron valuadas por la mujer (jubilada) en unos 30.000 pesos. En la búsqueda de mayor botín también rompieron los perfumes y se alzaron con la notebook y un DVD de Mirta, una docente jubilada que ya piensa mudarse, indignada.

‘Acá ya no se puede estar, es tierra de nadie. Nos han robado desde siempre, con decirle que en los últimos años hemos sufrido como 6 o 7 robos, incluso con la alarma que pusimos. Una vez nos salvamos de que nos quemen la casa porque cortaron la luz y para ver hicieron fogatas en cada habitación. Pero yo lo tengo prácticamente decidido, me voy a mudar a un departamento’, dijo la mujer, molesta.

Tan indignada estaba Silvia que se quejó abiertamente de la Policía: ‘Lo más lamentable es que la Policía nunca los pilla ni encuentra las cosas que nos robaron. Hace como 4 años me topé con los ladrones saliendo de la casa y les di nombres y apellidos a la Policía, pero no pasó nada’, criticó.