Un joven se peleó con su vecino en la calle y minutos más tarde murió en su cama producto de un infarto. Todo pasó ayer de madrugada en un barrio de Chimbas. En principio creyeron que era un asesinato. La policía hasta llevó preso al otro muchacho bajo la sospecha de que había golpeado o ahorcado a la víctima. Después se descubrió que el fallecido no tenía nada y que en realidad había sufrido un ataque al corazón.

El caso movilizó a muchos policías que se agolparon ayer alrededor de las 3:40 en una casa de calle Proyectada al 2790, entre Islas y 21 de Septiembre, del barrio Parque Industrial. El cuadro con el que se encontraron los uniformados de la Subcomisaría del Bº Cipolleti era de un joven sin vida, acostado boca arriba sobre la cama de su pieza y con su ropa manchada con barro. A simple vista, Franco Matías Gómez -de 18 años- no evidenciaba heridas sangrantes o golpes, pero de inmediato se instaló la versión de un hecho violento.

Es que los familiares relataron que ellos mismos auxiliaron a Franco en la vereda después de que se tomó a golpes con su vecino o amigo, Angel Eduardo Salinas (26), señaló la policía. Ahí también surgió la versión de que ese joven lo había ahorcado en medio del enfrentamiento. Eso llevó a que los policías salieran a buscar al sospechoso y lo detuvieron acusado de asesinato. También demoraron a un testigo, identificado como Carlos Ceares, quien era amigo de Franco y que presenció la pelea.

Ese muchacho comentó a los policías de la Sección Homicidios de la Brigada que él junto a la víctima estuvieron tomando un rato antes, dijo un jefe policial. Y que cuando iban caminado por la vereda se cruzaron con Salinas, que venía ebrio de otro lugar.

Franco Gómez y Angel Salinas se conocían porque eran vecinos -sus casas están a poco metros de distancia- y amigos, dijo el testigo. Pero algo se dijeron, entonces discutieron y se trenzaron en medio de la calle, de acuerdo al relato. Gómez cayó encima de Salinas y estuvieron revolcándose en el suelo hasta que los separaron.

Según la versión recogida por la policía, Gómez dio unos pasos rumbo a su casa y se desvaneció. Logró reponerse, pero volvió a trastabillar. Para entonces salieron su padre y un tío, que lo llevaron a su casa y lo sentaron en una silla. Luego se acostó, pero empezó a decir que no podía respirar y en un momento no se movió más. Un equipo médico llegó al rato y constató que estaba muerto.

La hipótesis del asesinato era un hecho, pero los policías de Homicidios -a cargo del comisario Carlos Vallejos- comenzaron a dudar a raíz de que la víctima no tenía heridas mortales. La juez María Inés Rosselot dispuso el traslado del cadáver a la morgue para hacer la autopsia. Ahí, fue el médico forense Eduardo Recabarren quien develó el misterio. Confirmó que la víctima no tenía signos de violencia, que sufría de problemas cardíacos y que la causa de muerte fue producto de un infarto, reveló una alta fuente del caso. Descartado el crimen, el caso quedó como una muerte natural y la juez María Inés Rosselot tuvo que disponer anoche la inmediata libertad de Salinas.