Dos estufas eléctricas, una pantalla de gas, un botiquín de primeros auxilios, una cocina anafe, un equipo de mate, dos copones antiguos, mercaderías donadas para gente humilde (leche, azúcar) y una casulla (vestimenta exterior que utiliza el sacerdote en la liturgia). Esas fueron las cosas que sustrajeron ayer en la madrugada al menos dos delincuentes luego de profanar una capilla de Pocito. Los delincuentes forzaron una puerta que da a un pequeño salón y después examinaron cada rincón del templo. Ni el armario donde los sacerdotes guardan sus hábitos y las eucaristías se salvó de ser revisado por los delincuentes, precisó María de Morilla, una de las encargadas del lugar. “Fue el cuarto robo que sufre la capilla en 2 años”, agregó la mujer.
El templo atacado fue la capilla Nuestra Señora de la Merced (que depende de la parroquia de Villa Krause) y está ubicada en la esquina de calle Lemos e Independencia, Pocito. El robo fue descubierto ayer a las 6 por un vecino que pasaba por la vereda y fue quien llamó de inmediato al 911 al ver un portón abierto del patio de la capilla, explicaron las fuentes.
La hipótesis es que al menos dos ladrones fueron en la madrugada por un costado del templo hasta el fondo y allí se treparon a una pared, comentó la encargada. Luego caminaron por el techo y se descolgaron a un patio interno que da un salón donde se brinda la catequesis familiar. Los delincuentes forzaron la cerradura de ese sector y después enfilaron hacia un armario donde se guardan algunas mercaderías que dona la comunidad. Varias cajas de leche, tres bolsones de fideos, azúcar, aceites y los elementos de un botiquín fueron las cosas que se llevaron de ese salón, comentó María de Morilla, quien agregó que también se llevaron de allí la cocina anafe.
Después, los malvivientes entraron a la sacristía, sacaron una pantalla de gas y forzaron el armario donde el sacerdote guarda las casullas y las eucaristías sin consagrar. De ahí sacaron los copones y dos casullas, aunque una de esas prendas fue abandonada en las inmediaciones, precisó el padre Alfredo Ariza Espinar, párroco de Villa Krause.
“La zona es muy insegura y este tipo de situaciones causan mucho dolor e impotencia”, señaló el padre Ariza Espinar.

