De adentro. Las dos armas y el casco fueron sustraídos del interior de la comisaría, incluso de lugares de acceso exclusivo al personal.

El revólver es calibre 38 y estaba en un escritorio en el depósito de cosas secuestradas. La pistola es la 9mm de un calabocero que la había dejado en un lugar al que, en teoría, sólo pueden acceder otros uniformados. El casco había sido parte de las cosas incautadas en un procedimiento por un accidente de tránsito y también desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Las tres sustracciones ocurrieron en el interior de la seccional 24ta de Rawson y no dejaron bien parados a sus efectivos, pues se supone que el delincuente se llevó esos objetos en sus narices sin ejercer ningún tipo de violencia, informaron fuentes policiales y judiciales.

Todo se denunció el pasado viernes en la sección Robos y Hurtos de la Brigada de Investigaciones. Y enseguida el caso pasó a tramitarse bajo directivas del juez en lo Correccional Eduardo Agudo, pues al no haber ejercido violencia en ninguna persona ni fuerza en alguna cosa, el hecho fue calificado como hurto.

¿Quién fue el ladrón? Esa es la difícil incógnita que tratan de develar los pesquisas. La versión que trascendió es que el depósito de secuestros es una habitación con llave, a cargo de una policía, y que necesariamente el ingreso del ladrón debió ocurrir cuando ese cuarto estaba sin seguridad.

El lugar en el que sustrajeron el arma reglamentaria de un uniformado también es, en teoría, un sector de acceso exclusivo a policías. El casco había sido secuestrado por un accidente y quedó en el interior de la seccional.

Los investigadores no descartan ninguna hipótesis, incluso que el delincuente sea alguien de afuera que quizá tenía acceso a la seccional y conocía el movimiento.

Al no haber testigos ni cámaras de seguridad interna, saben que será difícil poder establecer quién fue el ladrón.