Por poco. Mariela Guardia señala la zona de su cuello donde recibió uno de los disparos con los que su ex intentó matarla.

Parecía un día más. Aquel 28 de abril de 2017, Mariela Edith Guardia (tenía 44 años) había salido como siempre de trabajar en un salón de belleza y al bajar del micro transitaba los 40 metros que la separaban de su casa en Santa Lucía, cuando un motociclista la sobrepasó, giró en "U" y se le puso a un metro. "Por tu culpa se mató mi hijo, hija de p..." le dijo el enfurecido sujeto, su expareja, Felipe Avenicio Bugueño, hoy de 68 años . Y le descerrajó sin dudar dos disparos con un revólver calibre 22 a la cabeza. Uno de esos balazos le atravesó el rostro a la mujer, que instintivamente le dio la espalda e intentó alejarse pero no avanzó mucho, ya que a causa de la herida se desplomó boca abajo. Entonces pudo morir, porque su atacante volvió a la carga con otros dos disparos y una de esas balas se le coló por la zona de la nuca.

La escena había sido seguida de cerca por un vecino de Guardia, un mecánico que luego de los primeros disparos se resguardó en un auto. Y también por otro motociclista que optó por seguir a Bugueño, quien dio por muerta a la mujer y se fugó en moto, hasta que se percató de que lo seguían, apuntó con el arma a su perseguidor y lo obligó a desistir.

Para entonces ese hombre había tomado el número de chapa patente de la moto y aportó a la Policía descripciones claves del agresor, que más tarde se entregaría con arma y todo en una seccional.

En su defensa, y por lo bajo, Bugueño intentaría justificar el atentado en una deuda de $12.000 a su favor por trabajos de albañilería en casa de la víctima. Y aún hoy Guardia asegura que realmente no sabe por qué la atacaron aquel día.

Igual trata de seguir. Con el miedo de todos los días de topárselo cuando camina esos 40 metros, para tomar o cuando baja del colectivo. Con la desconfianza a los hombres, al punto de que prefiere no atenderlos cuando concurren al centro de belleza donde ella trabaja. Con los mareos, taquicardias y otras complicaciones de salud que aún le acarrea una de esas balas, porque le presiona una de sus arterias carótidas.

Fue un violento final el de la relación entre Bugueño y Guardia. Hacía 20 años que se conocían de concurrir a una iglesia y hasta habían entablado una relación sentimental. Entonces el hombre iba a su casa en inmediaciones de Balcarce e Hipólito Yrigoyen, en Santa Lucía, y realizó algunas ampliaciones.

Pero todo se quebró de manera brutal y hoy Bugueño cumple la condena de 8 años que le impuso el juez Juan Carlos Caballero Vidal (Sala I, Cámara Penal) por tentativa de homicidio, portación ilegal de un arma de fuego y coacción agravada. Fue al cabo de un juicio abreviado que pactó a través de su abogado Leonardo Villalba, con la fiscal Marcela Torres, en el que aceptaba recibir 8 años y 6 meses de prisión.

"Después de todo -dijo- he puesto todo en las manos de Dios, Él le dará el castigo que se merece".