Eran las 2 del 10 de enero pasado cuando el camionero Ricardo Andrés Andán (31 años, padre de 2 nenas de 5 años y 6 meses) se puso a reparar una fuga de gas en la cocina de su casa en la Villa Hipódromo, Rawson. Pero todo terminó mal: el muchacho encendió una hornalla y salió una gran llamarada. Andán intentó extinguir el fuego cerrando la llave de la garrafa, pero en vez de eso la abrió más. Ante la desesperación, trató de sacar el recipiente y arrancó la manguera, lo que causó una explosión.
La familia de Ricardo salió ilesa, aunque él sufrió severas quemaduras en el 53% del cuerpo que lo dejaron internado en la terapia intensiva del Hospital Privado. Los médicos le dieron pocas chances y contra todo pronóstico, se recuperó paulatinamente con injertos de piel y rehabilitación. “Estos días ya estaba andando en una bicicleta del hospital y hoy (por ayer) le daban el alta”, dijo Matías, uno de sus 4 hermanos. Para celebrarlo, su familia había preparado una fiesta, pero de la celebración pasaron al luto: Ricardo se descompensó el martes en la noche y los médicos no pudieron reanimarlo. Su muerte generó dudas en sus parientes, por lo que solicitaron una autopsia, precisó Pablo Andán, hermano de la víctima.
Una semana antes del accidente, Ricardo y su familia se habían cambiado a esa casa de calle Lima al 47, cerca de Paula A. de Sarmiento, Rawson. “Los picos de la cocina no coincidían y eso generó una pérdida de gas. Antes de irse de viaje, mi hermano se puso a arreglarlo, pero al ver la llamarada parece que se desesperó y abrió más la llave de la garrafa en vez de cerrarla. Ahí quiso sacar la garrafa y tiró la manguera, lo que provocó la explosión”, dijo Matías, quien agregó que “para colmo estaba con el aire prendido y estaba todo cerrado en la cocina”.
El estallido dañó toda la habitación. La mujer de Ricardo logró sacar a las nenas, pero la mayor regresó al interior buscando a su papá. “Quemado y todo como estaba, mi hermano sacó a mi sobrina en brazos”, contó Pablo, dolido. Ricardo estuvo en coma unos días, pero con el correr de las jornadas logró sobreponerse. “Estaba bien, consciente, charlaba. El martes a las 22.30 nos mandó un mensaje de que nos extrañaba y a las 23.30 entró en paro. Trataron de reanimarlo casi una hora y media y falleció. Los médicos no querían firmar el certificado de defunción y eso nos parece raro, por eso pedimos la autopsia”, explicó Matías.
