Cansado. "Le voy a meter corriente a los alambrados y si puedo voy a comprarme un arma para meterle plomo al que se acerque. Acá no van a entrar más, de la puerta para acá ahora mando yo", dijo un indignado Mario Silva (a la izquierda).


Dos delincuentes armados asaltaron a una familia pobre y les llevaron lo poco que tenían en el rancho que les prestan en Chimbas: un TV, cuatro celulares y dos pájaros, un benteveo y un cardenal. Eso sí, accedieron a dejar un tensiómetro de una anciana enferma y $100 que las víctimas les suplicaron que no se llevaran porque era lo que tenían para comer al otro día.

El ataque ocurrió cerca de las 0.15 del último martes, en una vivienda ubicada en el interior de una finca, en inmediaciones de Rodríguez y Blanco, en la zona de El Mogote. Los ladrones primero sorprendieron al peón de la finca, Roberto Vallejos (45), cuando regaba un parral, y a los empujones lo obligaron a que los llevara hasta el rancho donde a esa hora la familia dormía. "Escuché que me hablaba don Roberto. Pero apenas abrí la puerta me pusieron una escopeta en la frente", dijo Mario Silva (36), quien con changas es el que saca adelante la familia. "Salí y pude cerrar la puerta, pero me decían que querían que saliera el otro hombre de la casa", sostuvo. Aparentemente temían que su hermano Oscar (33) pudiera reaccionar y arruinarles el plan, pero eso resultaba casi imposible porque tiene un retraso mental. "Tiene la mente de un niño, pero igual lo hicieron salir. A mí me ataron las manos con los cordones de los zapatos y me pusieron boca abajo al lado de la puerta. A mi hermano no porque yo les dije que no le hicieran nada porque tiene una enfermedad", dijo Mario, que reconoció que "estuve a punto de pararme y enfrentarlos", pero que reculó cuando "el que tenía el revólver 22 corto tiró dos veces al aire". Mientras uno se quedó con ellos, el otro entró y se encargó de reducir a la hermana de los muchachos, Ana del Valle (26), a su madre Carmen Amado (60) y a su abuela Carmen Delgado (86), que es diabética, tiene problemas de presión y del corazón. A las tres las encerró en un dormitorio y las amenazó con el arma. "El de la escopeta me apuntaba en la cabeza, nos tenía de rehén en la pieza. A mi hija le entró el ataque de pánico, no paraba de llorar, le decía que por favor no le hicieran nada a su abuela que está enferma. Fue horrible, yo pensé que iban a matar a alguna", contó Amado.

En eso que buscaban cosas de valor, los delincuentes tuvieron un descuido importante: el peón Vallejos se les escapó. Todo indica que eso apuró su huida. Sin embargo, no se fueron sin antes insistir por dinero. "Yo les decía que no teníamos, pero había $100 que habíamos juntado para comer al otro día, y decidieron dejarlos. También se estaban llevando el aparato de la presión que habíamos comprado con tanto esfuerzo. Yo les dije: "Déjenlo por favor, es para tomarle la presión a mi abuela que anda con problemas". Y lo tiraron y salieron cag....", cerró Mario.