Ya son tres los detenidos por el presunto asesinato del ladrillero boliviano que apareció muerto, con la cabeza quemada y con golpes, el domingo a la noche en Rivadavia. Uno de los sospechosos es el hombre que estuvo bebiendo con el ahora fallecido. El otro es el hijo de esta persona, quien fue el que encontró el cuerpo en llamas, y el tercero es un amigo de ese joven. Los investigadores de la División Homicidios, que tomaron el caso, hicieron ayer junto a los peritos otra inspección en la fábrica de ladrillos y detectaron posibles manchas de sangre fuera del lugar de donde fue hallado el cadáver.
Hasta anoche, nadie había reclamado los restos de Angel Mamaní (70), un ciudadano boliviano que hace 3 meses trabajaba, y al que le prestaban una pieza, en ese horno de ladrillos de calle Costa Canal en La Bebida. Ahí vive y trabaja también Pedro Rodríguez (63) y su hijo Roger (20), que hacen de caseros. Estos dos ahora están presos como sospechosos junto a Wilson Sandoval (23), un amigo del joven.
Pedro Rodríguez quedó bajo sospecha porque estuvo bebiendo con Mamaní el domingo a la tarde, aunque él aseguró que en un momento se fue a dormir y lo dejó solo. Su hijo Roger afirmó que, cuando llegó pasadas las 20, encontró a la víctima tirada y con la cabeza en las brasas en ese fogón detrás de un horno de pan. A los minutos llegaron los policías de la Base La Bebida, quienes constataron la muerte aunque todos pensaron que era un accidente. Después, el forense estableció que Mamaní tenía una fractura en el cráneo (como si le hubieran pegado con un martillo), dos costillas rotas y había muerto asfixiado por el humo mientras se quemada. Eso hace sospechar que lo golpearon, quizás en otro lugar, y lo tiraron al fuego. Ayer encontraron manchas, que serían sangre, en una carretilla y en otros lugares, indicó una fuente. Los Rodríguez quedaron en la mira porque viven ahí y sus versiones son contradictorias, al igual que Sandoval, quien esa tarde también estuvo tomando con Roger en otro sitio, según la Policía.