Maximiliano Andrés Taborga (29) siempre negó cualquier vinculación a la trata sexual de su ahora expareja. Pero ayer las pruebas comenzaron a complicarlo.

Presentada como está en la denuncia, la situación era terrible. Empezó como un noviazgo normal, pero a los dos meses de convivencia apareció el maltrato físico, psicológico y verbal, contra ella y su pequeño hijo. Y a partir del cuarto mes de estar juntos sucedió lo más dañino: la explotación sexual de una manera aberrante, pues la joven señaló que era atada en el dormitorio para que sus amigos o clientes (hasta tres en simultáneo) pudieran violarla a cambio de plata o drogas, sin importar que en la misma habitación estuviera el niño, que también era atado. Incluso, una semana se fueron a La Rioja y allí volvió a prostituirla y golpearla, hasta le provocó un tajo en la cabeza al chico porque lloraba. Amenazas con armas o la muerte del niño, eran el remedio para evitar que lo delatara. El tremendo calvario descripto por la víctima se extendió unos 4 meses, hasta que ella un día pudo aflojar el nudo de la soga y escapar por un ventiluz de esa casa que alquilaban y quedaba con llave, y denunciar todo en la Comisaria de la Mujer. El sujeto fue preso (luego fue excarcelado) y ella fue a un hogar donde estuvo unas dos semanas. Al salir ella estuvo unos dos meses en lo de una amiga, hasta que volvió a topárselo y él volvió a golpearla y amenazarla con lo peor: matar a su hijo. Por eso se fue a Mendoza, donde tuvo que hacer de nuevo su DNI y el del niño, quemados por el sospechoso. Pero al cabo de cinco meses de estar allí, su peor pesadilla volvió a aparecer y volvió a golpearla, por eso huyó a Córdoba, lo denunció otra vez en un juzgado federal donde consideraron el hecho como un grave caso de trata de personas por la explotación sexual de la víctima.

Ayer el Tribunal Oral Federal de San Juan integrado por Juan Carlos Turcumán, Hugo Echegaray y Alberto Daniel Carelli empezó a juzgar a ese sujeto oriundo de Hurlingham, Buenos Aires, el changarín Maximiliano Andrés Taborga (29) para desentrañar si debe o no ser condenado por el tremendo y violento sometimiento de su expareja.

Asistido por el defensor oficial Esteban Chervin, Taborga se negó a declarar.

El fiscal del caso es Francisco Maldonado. Y seguramente mantendrá la dura acusación contra Taborga, quien enfrenta delitos castigados con penas de entre 8 y 30 años de cárcel.

La víctima relató, además, que fue violada por su papá y que su hijo era de otra violación.


El joven conoció a la víctima a través de una prostituta. Entonces él era remisero y ella auxiliar en un jardín de infantes, trabajo que al principio le sirvió para pagar el alquiler de la casa de Rawson donde comenzaron a convivir, en febrero de 2013. Después dejó de trabajar por la vergüenza de andar con moretones. Hasta que siete meses después, en septiembre de ese año, se animó a escapar y denunciar. Entonces ella tenía 19 años y su hijo 3. Y una vida difícil, siempre marcada por la violencia: ayer, una de las psicólogas que la atendió en un hogar para víctimas de Trata en Córdoba, dijo que la chica le había comentado que su propio padre la violó cuando era niña y que su hijo era fruto de otra violación en la casa de una familia sustituta a la que había ido a parar.


 

"Lo que dijo son todas mentiras"


Ayer Maximiliano Taborga no dio su versión. Pero apenas fue detenido en Buenos Aires y llegó a San Juan para ser investigado, negó de plano haber cometido delito alguno contra su entonces pareja: "lo que dice son todas mentiras", declaró, para luego detallar que nunca los encerró ni los golpeó ni los ató ni a ella ni a su hijo. Dijo que quien la golpeaba era el padre biológico del niño, a quien ella no quería denunciar.

Aseguró además que él no tocaría al menor, pues también es padre (ayer dijo que tiene 3 hijos). Sin embargo lo complican testigos, informes médicos y las pericias psicológicas en la denunciante revelaron sus altas cargas de angustias y otros indicadores que son típicos de las víctimas de trata sexual, indicó ayer una psicóloga, quien aseguró ante el tribunal que la joven no es mitómana.