En los 16 años que Pedro Vaca (48 años, panadero, padre de cuatro hijas), viene atendido su negocio en la Villa San Damián, Rawson, jamás había sufrido un asalto. Pero esa racha fue quebrada el 22 de noviembre pasado por dos ‘motochorros’ armados que lo sorprendieron a él y a un repartidor en su negocio. Los ladrones amenazaron a los panaderos y golpearon al repartidor para robar $2.700 y documentación. A partir de allí, Vaca tomó varios recaudos: ‘antes de llegar a la panadería miro bien los alrededores, doy vueltas en la camioneta por las dudas que me esté esperando un ladrón, cierro más temprano. Al llegar a mi casa hago lo mismo y a mi mujer y a mis hijas les aconsejo que tengan cuidado porque ya les han robado’, explica el panadero. No obstante, a pesar de esas precauciones ayer Vaca y otro empleado, de 49 años, sufrieron un asalto calcado al anterior, sólo que éste tuvo una cuota tragicómica: el otro hombre pensó que era una broma y se rió en la cara a los malvivientes. Lo cierto es que tras encañonarlos, los delincuentes escaparon con $700, un celular y una balanza electrónica.
Todo ocurrió ayer a las 6 en la panadería ‘Gissel’, en calle José María Paz y Neuquén. Allí llegaron dos ladrones encapuchados y amenazaron a los hombres con pistolas. ‘El repartidor pensó que era una joda. En cambio yo los enfrenté y los insulté porque me dio bronca que me vinieran a robar de nuevo’, dijo Vaca.
Los ladrones tiraron al piso a ambos y al repartidor le sacaron su celular. De la registradora sustrajeron la plata y del galpón la balanza.
El golpe duró menos de 5 minutos y los malvivientes no se llevaron más cosas porque huyeron al ver el perro rottweiler de Vaca.
‘Ahora no sé qué hacer, voy a ver qué medidas de seguridad tomo a partir de ahora porque ya son dos asaltos iguales que sufro’, indicó la víctima.

