El fletero en plena explicación a los policías. De principal señaladado a inocente.

El fletero, Humberto Montañez, reconoció que por la naturalidad con la que el sujeto que lo contrató se movía en la estación de servicio nunca sospechó nada raro. Pero el hombre, junto a otro cómplice, ya había desaparecido, habiendo robado un cajero automático, con el camión de Montañez que servía de ‘cortina’ para tapar el atraco cometido. El fletero era quien debía dar las explicaciones a personal de la Policía Federal.

Ocurrió el lunes 3 de abril de 2000, hace 20 años, y fue la primera vez que se 'violó la seguridad de un cajero automático en San Juan. El botín fue de 85.000 pesos, en tiempos de Convertibilidad con 1 dólar=1peso, un monto más que suculento para la época (al cambio actual casi 6 millones de pesos). El artefacto funcionaba para el Banco Nación y estaba emplazado en la estación de servicio de Ignacio de la Roza y Circunvalación.

Minutos después del insólito atraco

“Me dijo que estacionara tranquilo en este lugar porque su tío era el subencargado de la estación. Era un sujeto bajito, medio gordito que caminó por distintos lugares y entraba y salía como si conociera. Si lo veo, lo reconozco”, agregaba un nervioso Montañez, con el camión Diamond todavía detenido junto al box vidriado del cajero.

El hombre de 64 años llegó ese lunes como siempre a las 8,30 a Las Heras entre Córdoba e Ignacio de la Roza a aguardar un viaje. Dos horas después apareció el ‘gordito’ para contratarlo. El acuerdo era ir  a Central y Circunvalación a buscar la estructura de un kiosco metálico para llevarlo a Rawson. No hubo problemas en que fueran 30 pesos el costo del servicio.

El sujeto le señaló un auto rojo, que los guiaría a las dos direcciones. Montañez reiteraba que no vio nada sospechoso. Llegaron a la esquina de la estación de servicio y su acompañante le indicó donde estacionar. Detenido el camión,  el malhechor se bajó un momento a buscar a su supuesto tío -fue relatando el fletero-, regresó rápidamente para decirle que habría que esperar unos minutos y que le invitaba a tomar una gaseosa en la confitería de la estación. “Por el camión no se preocupe, nadie lo va a molestar”, le agregó.

Mientras Montañez tomaba la gaseosa, los investigadores dedujeron que el hombre que manejó el auto rojo (supuestamente un Gol), entró a la casilla del cajero y aprovechando que el camión tapaba por completo la visibilidad, realizó el atraco. Además, todo indicaba que hubo ‘una entrega’. Es el que el cajero había sido cargado a la misma hora que Montañez negociaba la changa, por lo que prácticamente estaba con el máximo de dinero disponible. Y para llegar a las cajas con el efectivo, debían traspasarse dos tapas. La primera fue violentada con una barreta. Pero la segunda, la que activaba una alarma que nunca funcionó, fue abierta sin que sufriera daños. Para eso se ingresaba una clave en un tablero digital.

La pesquisa sobre el cajero robado

Montañez veía al gordito que iba y venía como pancho por su casa. Se le acercó una vez más a la mesa y le pidió que lo esperara un momento: "Vamos a buscar a mi tío que es el que tiene las llaves (para sacar el supuesto kiosco)… ya volvemos”. El gordito se subió al auto rojo y partió con la otra persona, que nunca vio el fletero.
La alarma nunca se activó en la Central de la Policía. Fue una mujer que se acercó a retirar dinero que vio el estado de cajero y llamó a la policía.

Montañez quedó demorado aunque esa misma noche recobró la libertad porque su relato fue coherente para las autoridades. La investigación comenzó a apuntar a empleados del banco. Quienes recuerdan el caso, no encuentran en su memoria si se resolvió. Montañez, según un familiar, falleció hace un par de años, mucho tiempo después de aquel lunes que fue engañado para que se concretara el primer robo a un cajero automático en San Juan.

El viejo camionecito fletero, 'cómplice' involuntario