El juez de Flagrancia Carlos Lima pidió a la Fiscalía Correccional en turno que investigue a tres policías del Comando Radioeléctrico, porque sospecha que pudieron cometer los delitos de falsa denuncia, abuso de autoridad, falso testimonio cuando detuvieron a un expresidiario, acusándolo de violar la cuarentena y de portar ilegalmente un arma y munición de guerra: un revólver calibre 38 con 11 cartuchos. El día que apresaron a este sujeto también cayó el chofer de un taxi que pensaba usar como pasajero. Todo pasó en el interior del barrio Cabot, en Concepción, Capital, la noche del 27 de marzo pasado.

Carlos Lima, juez.

La decisión del magistrado trascendió en las últimas horas pero ocurrió el viernes, cuando resolvió pedir la investigación para el oficial David Riveros, el cabo Alejandro Funes y el agente Gabriel Mercado, y poner en libertad por el beneficio de la duda al exconvicto Marcelo Néstor González (alias "Chocolate"). También liberó al taxista Jorge Castro porque el fiscal Ignacio Achem no lo acusó de violar la cuarentena, aunque sí pidió 5 años de cárcel para el exconvicto por los delitos vinculados al arma, dijeron fuentes judiciales.

La detención de ambos sucedió en inmediaciones de Mary O"Graham y Dr. Cerú, una cuadra al Este de Mendoza. Y desde el principio se prestó a la confusión y las dudas, porque un menor de 17 años que fue parte en todo momento parte del operativo, no figuró en el acta policial de la detención de González y Castro. A ese menor, se le inició otra causa por disturbios y por violar el aislamiento social, preventivo y obligatorio.

Durante el juicio, ese chico fue ofrecido como testigo por César Jofré, defensor de los ahora liberados, y sus dichos fueron claves para el desenlace del caso, pues admitió que el arma y las balas las tenía él ya que un amigo le había pedido que se las guardara y esa noche decidió dejarlas dentro del taxi que él había pedido para su vecino González, al ver a los policías que se acercaban.

Pero no sólo ese menor sirvió para complicar a los policías pues los mismos efectivos cometieron "gruesas contradicciones" sobre cómo habían ocurrido los hechos, dijeron las fuentes. El único que se mantuvo en sus dichos fue un cuarto policía (no investigado) que contradijo también a sus compañeros, pues aseguró que apenas se inició el operativo fue derivado a unos 70 metros a contener curiosos y después le ordenaron firmar el acta como si hubiera visto el arresto, el secuestro del arma y también el dinero: una billetera de Castro con $680 y otros $5.890 que tenía en su bolsillo González.

En el juicio, González dijo que salió porque es asmático, que fue a la salita sanitaria de su barrio y también le pidió al menor llamar a un taxi. Y el remisero, a su turno, aseguró que solo intentó ayudar a González. "La decisión del señor juez es lo que correspondía en derecho", dijo Jofré.