Fue cuestión de segundos. El ladrón había llamado como cualquier vecino y, detrás de la puerta, supo por boca de una niña de 11 años que sólo estaban ella y su hermano de 16 años. Cuando el chico abrió para atender, fue sorprendido por un joven con el rostro cubierto y un arma, que empezó a pedirle de todo. En ese momento, la nena, desde su habitación, evaluó que lo más rápido era llamar a su mamá pues el contestador del 911 le quitaría un tiempo valioso: "Mamá estoy escondida y hay ladrones en la casa, llamá a la Policía o vení pronto", alcanzó a decir.

Y enseguida se las ingenió para despistar pues, tal como lo previó, el delincuente entró a su habitación: "Me había llamado mi mamá", le dijo antes de entregarle el teléfono.

El asalto siguió su curso momentos después, con dos sujetos dentro de la casa cargando todo. Pero el último en entrar pareció presentir que las cosas se complicarían y, luego de entrar y salir varias veces, desapareció.

Había acertado: un móvil de la Policía Comunal y luego el de la Seccional 13ra llegaron y redujeron al ladrón: un chico de 15 años que intentó pero no pudo escapar. Incluso se salvó de que le dispararan porque el hijo del dueño de casa, percibió que el arma era una réplica: la pesada pistola era realidad un encendedor.

Por las descripciones que aportó el mismo chico, policías de la Motorizada IV atraparon luego al otro sujeto, Gonzalo Luna (18) que había escapado con el resto del botín.

Todo pasó entre las 20,10 y las 20,30 del jueves en la casa del portero casero de la Escuela Nº 8 Timoteo Maradona, situada en Sargento Cabral, al Oeste de Rastreador Calívar, en Rivadavia.