Leandro Rojo (18 años) conversaba con su novia en la puerta de la casa de la chica cuando un sujeto en bicicleta detuvo su marcha, bajó y los encañonó: "Denme todo lo que tengan", dijo, ambicioso, seguro. Pero entonces ocurrió algo que pocos mortales se animarían a hacer, algo no recomendado por la policía, algo que desconcertó también al asaltante: según la policía, Rojo apartó el amenazante brazo armado de un manotón, le dio una trompada al ladrón y se trenzó en un forcejeo que terminó con el delincuente en fuga, a toda velocidad en bicicleta.
Parte de esa escena, con el arma, había sido presenciada por otro ciclista en esa esquina de España y Cecilio Avila, Rawson, minutos después de las 5 de ayer. Y pocas cuadras después pudo contarles lo que vio a los policías de un patrullero del Comando Radioeléctrico, dirigidos por el oficial inspector Julio Aballay.
Los uniformados se trasladaron de inmediato al lugar del hecho y ahí se toparon con el relato de las víctimas, la descripción de las características del asaltante y el arma que había usado en el intento de asalto, una asombrosa réplica para cebitas de un revólver calibre 32, dijeron fuentes policiales.
Y pocos minutos después encontraban al sospechoso acelerando en bicicleta. Lo detuvieron en Mendoza y Urquiza, en el barrio Neuquén, y entonces todo pareció complicarse para ese sujeto: su fisonomía, la bicicleta y la ropa que usaba se ajustaba con ajustada precisión a la descripción que habían realizado las víctimas.
Ayer ese sospechoso, identificado como Juan Pablo Vega (19 años) estaba preso en la comisaría 24ta. al mando del comisario Ricardo Guzmán, donde aconsejaron no imitar el ejemplo de Rojo: "Si hubiera sido un arma real, el final de la historia hubiera sido otro", dijeron.

