Ocurrió un 8 de febrero de 2012, sobre el mediodía, cuando su mujer trabajaba y él (S.F.A. 32 años, no identificado por razones legales) volvía de su empleo de mozo en Chimbas. Esa vez le pidió a su hermana menor (la chica le cuidaba sus dos hijos y su hijastra de 10 años) buscar a las nenas que jugaban en un vecino y luego retirarse, pues él podía cuidar a los chicos. Pero ni siquiera esperó que la jovencita se marchara: apenas se metió al baño para arreglarse, llevó por la fuerza a su hijastra al dormitorio, le sacó la ropa, la manoseó y la violó tapándole la boca. Amenazó con matarla si decía algo antes de dormirse y seguir su vida, como si nada.

El ultraje sexual se mantuvo en secreto pero estallaría de todos modos, pues luego de 8 años de convivencia, la relación del matrimonio no era la óptima, con insultos y golpes de puño contra la mujer, que por esa razón ya lo había denunciado al menos tres veces en la Policía.

Fue la pésima convivencia lo que llevó a la mujer a separarse y a vivir con sus hijos en la casa de una tía. Y fue esa pariente la que empezó a notar conductas extrañas en la pequeña de 10 años. ‘Hablá con ella, algo le pasa’, le dijo en un par de ocasiones a su sobrina. Hasta que el 7 de mayo de aquel 2012, después de una misa, la mamá se acercó a la pequeña y ésta, sin dudar, le dijo que su padrastro la había violado justo el día en que su hermana cumplía 6 años. También le contó cómo la maltrataba, incluso golpeándola en los genitales.

Enseguida hubo denuncia. Y enseguida también los psicólogos confirmaron que la niña no mentía y que su conducta revelaba signos de un abuso sexual que -según la víctima- comenzó cuando tenía 8 años y empezó a ser obligada a practicar sexo oral o masturbar a su padrastro.

Por eso sus pesadillas, sus fantasías persecutorias, sus cambios de humor, el llanto inmotivado, los sentimientos de desvalimiento y humillación, el bajo rendimiento escolar. Y lo peor, las ideas de quitarse la vida.

Ahora, ante esas contundentes pruebas, el empleado gastronómico resolvió que lo mejor era admitir su responsabilidad, evitar el desgaste de un juicio normal y pactar uno abreviado con la fiscal Alicia Esquivel Puiggrós a través de su defensor Eugenio Flores, en el que aceptaba 9 años de cárcel, dijeron fuentes judiciales.

Ese acuerdo de juicio abreviado fue aceptado por el juez Juan Carlos Peluc Noguera (Sala II, Cámara Penal), quien resolvió condenar a 9 años al mozo por el grave abuso sexual.