Al principio, la niña no quiso decirle a su madre que su concubino la tomaba de atrás y la manoseaba. La primera vez, cuando ella tenía 11 años, porque justo ese día bautizaban a su hermanito y porque siempre luego de cada ‘manoseo’, su padrastro le decía que si hablaba iba a ser para problemas, que estaba bien que los padres le hicieran eso a sus hijos. En el fondo, tampoco habló porque temía que su mamá se quedara sola y su pareja la abandonara, como había hecho años atrás su padre biológico. Temía que no tuvieran para comer. Siempre resistió, pero cuando tuvo 12 años llegó la primera violación y luego otras más, con prohibición de salir o hacer amigos. Así hasta que tuvo 17 años y su visión cambió, ayudada por su concurrencia a la escuela. Entonces su resistencia se hizo más encendida, pero empezó a ser golpeada y echada de la casa. Hasta que el problema se hizo insostenible y el problemático jefe de hogar los expulsó a todos.

Entonces la chica comenzó a acercarse a una iglesia evangélica. Y fue ahí que le contó a su madre de los múltiples abusos que había sufrido y el porqué de su doloroso silencio. En abril de 2013, ese abusador de nacionalidad boliviana, Gualberto Villarroel (44) fue denunciado y quedó detenido.

Y muy complicado, tanto que al momento de llegar a juicio en la Sala I de la Cámara Penal, decidió con su defensora oficial Mónica Sefair, que lo más adecuado era aceptar que había ultrajado a su hijastra, incluso en tres ocasiones delante de un hermano menor de la niña. Y en vez de ir a un debate común, resolvió abreviar el proceso a través de un acuerdo con el fiscal Gustavo Manini, en el que se mostró dispuesto a recibir 12 años de cárcel.

Esa propuesta llegó al juez Raúl José Iglesias la semana pasada. Y ayer en la tarde el magistrado aplicó la misma pena y por los mismos delitos aceptados por Villarroel: los manoseos iniciales contra la chica, los reiterados accesos carnales y la corrupción sexual de la víctima, todos agravados por la convivencia y su condición de guardador, dijeron fuentes judiciales.