El plomo de una bala aún incrustado en el coxis, será un recuerdo imborrable para la mujer. Su ahora expareja, el albañil, Luis Sebastián Piñones (41), le había disparado en un momento de descontrol y furia, alrededor de las 20,30 del 3 de julio del año pasado, en la casa que ocupaban (hoy abandonada y ya saqueada) en el barrio Conjunto 7, en Pocito. Ese día, el acusado también había golpeado a la mujer y había amenazado con el arma a una sobrina de la denunciante: ‘Quedate quieta, que para vos también hay bala’, le había dicho, según la denuncia.
Hoy, el juez del caso, Gerardo Fernández Caussi, adhirió al planteo del fiscal, Leonardo Arancibia (UFI CAVIG) y prorrogó por un mes la prisión preventiva de ese sujeto (asistido por el representante de la Defensa Oficial, Lucas Quiroga), que luego del violento ataque se fue y estuvo un mes prófugo.
Fiscalía calificó ese hecho como tentativa de homicidio doblemente agravado contra la mujer (por el vínculo y por mediar violencia de género) y amenazas contra la sobrina de ella (esa imputación intentará mantener en el futuro juicio contra el acusado).
Hoy, el fiscal pidió prorrogar el encierro cautelar del sospechoso, porque aún resta el informe final de una pericia genética en dos prendas de la víctima y también las conclusiones de la pericia psicológica practicada a la mujer, por el eventual daño mental que pudo dejarle la traumática experiencia.
Según el fiscal, recién el 6 de agosto pasado fue posible localizar a la víctima para que la entrevistara una psicóloga, porque en esa fecha supieron que estaba denunciada por amenazas (ya fue condenada) por un problema que tuvo con otra vecina.
Un reclamo de ella porque no aportaba nada para el mantenimiento de la familia fue -según la denuncia- lo que desencadenó una discusión, que escaló de nivel hasta convertirse en un ataque a trompadas contra la mujer, que en principio logró echarlo junto con su sobrina, con la amenaza de llamar a la Policía. Según la acusación, el sujeto se marchó, pero enseguida volvió con un arma y empezó a gatillar por una ventana, sin que la bala saliera. Después enfiló hacia la puerta y logró abrirla pese a la resistencia de su pareja y su sobrina. Y fue ahí que ella buscó escapar, pero cuando quedó de espaldas, una bala se le coló por la cola.
Enceguecido, el albañil se metió al dormitorio donde fue a parar la mujer. Allí estaba un bebé, pero siguió golpeándola hasta que el ininterrumpido llanto del niño lo hizo desistir y fugarse.