Había empezado la mañana andando en bicicleta. Recorría las cuadras aledañas a su casa para ver cómo se estaba desarrollando el censo nacional e invitar a la gente a que participara. Después, le tocó dar sus datos y los de su familia sentado en la mesa de su casa, relajado, contento y rodeado de periodistas. Hasta que llegó la noticia. Justo cuando estaba por cerrar la puerta de su vivienda para que volviera la normalidad, los periodistas regresaron y uno de ellos le dijo: "gobernador, algunos medios nacionales están diciendo que el ex presidente Kirchner murió". La cara de José Luis Gioja se llenó de un gesto de incredulidad y su respuesta le salió del estómago: "¡No!… esperemos que sea mentira".
Alrededor de las 9,40, vestido con una camisa blanca, había atendido al censista que tocó el timbre de su casa. Detrás de él comenzaron a llegar los periodistas para capturar el momento. El gobernador invitó a su esposa a sentarse en una silla dispuesta al lado de él, frente a Ariel Sarmiento, el censista orgulloso de tener la tarea de registrar los datos de la familia del primer mandatario de la provincia.
Gioja invitó a todos a tomar café y a comer medialunas. Y mientras intentaba recordar la edad de sus hijos para responder al cuestionario comenzó a sonar con insistencia su teléfono celular, que estaba en otra sala de la casa. "Atendé, Rosa", le dijo a su esposa. Pero la mujer le respondió "quedate tranquilo José Luis, terminá esto y después atendés".
Distendido y haciendo chistes, Gioja contó que en 1970 él daba clases y le tocó censar una manzana de un barrio de Villa Krause. "Ahora no me quisieron dar una hoja para salir a censar, si no, lo hubiese hecho con mucho gusto", comentó.
La prensa le consultó sobre la salud de Néstor Kirchner, ya que, según había trascendido, estaba internado. Pero él dijo que desconocía la situación y que iba a averiguar.
Luego, se dispuso a despedir a la prensa. Pero de golpe los periodistas volvieron a entrar a su casa. Y a pesar de que de ahí en más las cosas sucedieron en pocos minutos, la intensidad del momento hizo que el tiempo pasara lentamente. Todo mutó de la tranquilidad al desconcierto y se reflejó en la cara del gobernador.
Fue uno de los periodistas quien le dijo a Gioja que los canales de televisión nacionales estaban diciendo que el presidente del Partido Justicialista había fallecido. Inmediatamente, la cara del gobernador cambió, aunque intentó mantener la calma. Desconcertado por la inesperada noticia deseó que fuera mentira. Y preguntó "¿dónde lo dijeron?". "En los canales de noticias de Buenos Aires", respondió otro periodista. Después, señalando la puerta con los brazos y las manos a la vez, el gobernador pidió que todos salieran, que le dieran tiempo para averiguar y que después iba a ofrecer una conferencia.
Pero tras tomar su celular, su cara se puso aún más seria y sus ojos brillosos señalaron que alguien le estaba confirmando la información. Se volvió hacia los micrófonos y grabadores y expresó: "¿Qué querés que te diga, hermano? No lo puedo creer". Pero, ante la lluvia de preguntas, comentó que la última vez que vio a Kirchner fue cuando viajaron juntos a Santa Cruz. "Viajé con él al Sur, charlamos tres horas, viejo, tres horas. Me contó de planes, del futuro, hablamos mucho. Estaba bien, no entiendo. Dame unas horas y después hablamos", fue lo último que declaró al respecto. Pero justo bajó las escaleras su hijo, Franco, y a pesar de su consternación, para lograr la calma de todos los presentes, el gobernador dijo "acá está mi hijo, ustedes preguntaban por él", y sin dejar de hablar por teléfono, lo abrazó frente a las cámaras.
Después salió de su casa, entró a su camioneta y salió rápidamente hacia la Casa de Gobierno. Estaba tan apurado que hasta dejó atrás a su chofer. Él lo esperaba en el auto oficial, pero al ver la salida de Gioja, bajó del vehículo, se paró en el medio de la calle y empezó a gritar "gobernador, gobernador", aunque no tuvo respuesta. Gioja ya estaba camino a Casa de Gobierno, desde donde emitiría un rato después su mensaje en cadena.
