Ante una multitud y con la presencia de personalidades argentinas y francesas, ayer Boulogne-sur-Mer y Argentina celebraron los 100 años del monumento al General José San Martín, que lució totalmente renovado por los trabajos de restauración que se hicieron en forma conjunta con el aporte de los dos países y de una asociación local.
La amenaza constante de lluvia no logró empañar la fiesta que vivió la ciudad de Boulogne-sur-Mer, donde centenares de personas se acercaron para celebrar el centenario del monumento de San Martín y descubrir el fruto de los trabajos de restauración que lo dejaron como nuevo.
El embajador argentino, Luis María Ureta Sáenz Peña, junto al alcalde socialista local, Frédéric Cuvillier, quien fue condecorado con el grado de Comendador de la Orden Sanmartiniana, fueron los oradores del acto en el que actuó la orquesta sinfónica local e interpretó los himnos de los dos países y la Marcha de San Lorenzo.
Luego de la muerte del General José de San Martín en 1850, las autoridades argentinas decidieron comprar la casa donde había muerto en Boulogne-sur-Mer y mandar construir un gran monumento en la costa de dicha ciudad. La imponente escultura fue realizada por el escultor Henri Allouard e inaugurada el 24 de octubre de 1909 a orillas del canal de La Mancha y frente al puerto de Boulogne-sur-Mer. Fue testigo de dos guerras mundiales que desbastaron la ciudad del extremo Norte de Francia. A pesar de estar a la vista de todos, en 1944 sobrevivió el implacable bombardeo aliado de la costa que destruyeron el 85% de la ciudad, siendo prácticamente la única estructura intacta de la zona. Más adelante, cuando los alemanes saquearon las ciudades en búsqueda de materiales estratégicos como el bronce, no tocaron el monumento; no se sabe si por respeto a la figura del prócer o para no herir la sensibilidad del gobierno argentino, el cual había sido un aliado de los nazis.
La asociación Amistad Francia-Argentina fue creada con el objetivo de reunir fondos para restaurar el monumento y las donaciones más importantes fueron realizadas por el Estado argentino y la ciudad de Boulogne-sur-Mer y cada uno aportó el 30% de los trabajos para renovar el monumento de piedra y bronce.