El 18 de julio de 1994, 85 personas murieron y otras 300 resultaron heridas por un ataque terrorista en la sede de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina). Desde la comunidad israelí siempre se sospechó de los fundamentalistas iraníes, pero la Justicia local nunca llevó a juicio a los autores (materiales e intelectuales) de ese terrible golpe ni sus conexiones locales. Hasta que se conformó una unidad especial al mando del fiscal Alberto Nisman. El 14 de enero de 2015, el funcionario concluyó que la entonces presidenta Cristina Fernández y varios de sus colaboradores, encubrieron el atentado a través de un pacto firmado con Irán. Cuatro días después, Nisman apareció muerto de un tiro en su departamento. Un año después, se ordenó una autopsia psicológica porque en el entorno del fallecido no lo creían capaz de algo así. Y los encargados de la necropsia psicológica lo confirmaron. Ahora Cristina está procesada en ese caso.