Para Felipe Balmaceda, un ordenanza sanjuanino que se encarga de mantener a punto la Casa de San Juan en Buenos Aires, hasta la media mañana de ayer el día se desarrolló como una jornada normal. Estaba terminando de poner a punto el jardín cuando escuchó la noticia por la radio: el ex presidente Néstor Kirchner había muerto. Durante varios segundos a Felipe se le cruzó por la cabeza que se trataba de una broma de mal gusto. Pero no tardó en darse cuenta que el de ayer iba a ser un día que quedaría en la historia. Fue cuando empezó a buscar la bandera Argentina y colocarla en el mástil para luego subirla a media asta y ubicarla en la puerta de la casa.

Así, desde que la noticia se hizo pública, al lugar empezó a llegar la gente, aún cuando ayer no estaba previsto abrir sus puertas porque era feriado por el censo.

Pasado el mediodía, Alejandro López, al frente del la Casa de San Juan en Buenos Aires, se instaló en el lugar para comenzar a realizar los preparativos para esperar al gobernador José Luis Gioja. Previo a esto, mandó a comprar una corona de flores que luego fue llevada hasta la Casa Rosada, en nombre de todos los sanjuaninos.

En plena siesta, el gobernador desembarcó en Capital Federal y en un marco de incertidumbre por no saber con certeza cómo y cuándo se iba a desarrollar el velorio del ex presidente, se instaló en la Casa de San Juan. Con la valija todavía armada y ubicada en un rincón de la casa, Gioja pasó varias horas en su oficina, que está ubicada en la habitación que supo ser de Rosario, la hermana de Sarmiento.

La tarde no fue fácil y hasta conseguir un café fue una tarea complicada porque la ciudad estuvo totalmente paralizada. El hermetismo respecto al horario y el lugar donde se iba a realizar el velatorio del ex presidente y los cambios de planes sobre la marcha, no fueron ajeno al gobernador quien siguió de cerca cada información emitida por los distintos medios de comunicación. El televisor prendido, los teléfonos sonando, la agenda modificándose a cada minuto, silencios profundos cada tanto, rostros apesadumbrados, formaron parte del panorama atípico que se vivió en el sitio oficial que tiene San Juan en Buenos Aires.

Al atardecer, Gioja partió a una reunión con los gobernadores, para luego dirigirse a la Casa Rosada y esperar la llegada del cuerpo de Néstor Kirchner.