La temperatura, que afuera era de 31 grados, se sintió mucho más adentro del Estadio Cubierto Aldo Cantoni durante el acto oficial, gracias a la cantidad de gente que colmó el lugar. En medio de las tribunas todo resultó útil para echarse un poco de aire. Las mujeres más previsoras cargaron sus abanicos y el resto de las personas usó de todo: trozos de papel, hojas de diarios y hasta las banderas celestes y blancas con la inscripción "Argentina" sirvieron para mover el aire y cortar un poco la alta temperatura.

Por la siesta, antes del acto, los ventiladores del estadio giraban rápido y el ambiente estaba fresco. Pero desde que las alrededor de 10.000 personas, según datos de la Policía, comenzaron a ubicarse en las tribunas, el clima cambió. A pesar de que los aparatos seguían funcionando, las caras brillantes y los ojos brillosos eran la señal del agobio que estaban sintiendo las personas que participaron del acto. Y los que más lo sufrieron fueron los niños, sobre todo los más chiquitos, que en algunos casos terminaron vestidos sólo con su pañal, porque las madres ya no sabían qué hacer para que no sufrieran tanto.

Las botellas de agua, que nadaban en tachos llenos de hielo y que eran repartidas en cada una de las entradas del Aldo Cantoni, no fueron suficientes para apagar el calor. Tampoco las de gaseosa que la gente compró mientras hacía una fila de más de una cuadra bajo el Sol para entrar al estadio.

Y la temperatura aumentó aún más después del ingreso del gobernador José Luis Gioja, cuando el público comenzó a moverse. Todos se pusieron de pie para aplaudir y empezaron a sonar sincronizados los instrumentos de la Banda de la Policía y los bombos de los distintos grupos peronistas. Esta vez las banderas flamearon pero demostrar la alegría y el agradecimiento. Y en ese momento, acompañado por el ruido, parecía que había estufas despidiendo calor bajo el techo de chapa del estadio.

El sofocón fue tal que que, según comentaron desde la Policía, el único inconveniente que tuvieron durante todo el evento fue que un hombre mayor se descompuso después de entrar al estadio, por un golpe de calor. Tuvo que ser trasladado por una ambulancia hasta el Hospital Rawson.

Los que la pasaron mejor fueron las autoridades que estaban sobre el escenario. Es que, a uno de los costados de la mesa oficial, habían colocado una manga de la que salía aire fresco. Y funcionaba tan fuerte que el secretario de Obras de la provincia, Carlos Gil, luchó durante todo el acto con el jopo que se le volaba.