En la segunda conferencia de prensa desde que asumió, y la primera declaración pública tras las elecciones del domingo, la presidenta Cristina Fernández desvinculó ayer al Gobierno de la derrota del oficialismo, descartó cambios en el Gabinete y abogó por el consenso para garantizar la gobernabilidad.

En un día agitado para el oficialismo, que comenzó con la renuncia de Graciela Ocaña a la cartera de Salud y la de Néstor Kirchner a la presidencia del PJ, Cristina intentó restar importancia a la derrota bonaerense al asegurar que el kirchnerismo ganó en las elecciones legislativas de ayer si se toman la cantidad de votos en todo el país. Incluso estimó que, si se suman aliados, el kirchnerismo retendría la mayoría en las dos cámaras del Congreso.

Con números en mano, Cristina afirmó que el oficialismo obtuvo, según el recuento en todo el país 5.987.961 votos, que representan un 31,03%, incluyendo a listas aliadas y remarcó que la composición del Parlamento exigirá "ejercicios de consenso para lograr la gobernabilidad".

Siguiendo con su cuenta, Cristina detallo que la segunda fuerza "la constituyó la Coalición Cívica, junto con la UCR, el cobismo, el juecismo, Binner y los socialistas que no están con el gobierno, que obtuvieron 5.549.747 votos, o sea, el 29%. Agregó que el PRO sacó "3.539.150 votos, lo que constituye un 18,50% y el llamado peronismo disidente un total de 1.202.961 sufragios, un 6,29.

Tras remarcar la transparencia de los comicios, la Presidenta señaló que "si separáramos inclusive a los aliados, estaríamos en 29,56% de votos en toda la República Argentina.

En contraste, el Acuerdo Cívico y Social también salió a atribuirse el lugar de primera fuerza al afirmar que superaron por más de 100 mil votos al oficialismo.

La argumentación dada por Fernández de Kirchner contrasta con la postura de su esposo, Néstor Kirchner que más temprano deslizó "nosotros oímos los resultados políticos".

Por su parte, la Presidenta atribuyó la derrota bonaerense al "desgaste de la gestión" y la "voluntad de la gente", y comparó la caída en la provincia de Buenos Aires con la pérdida de votos de PRO en la Capital Federal.

"No se visualiza la terrible diferencia de haber pasado del 60% de los votos exactamente a la mitad", argumentó la presidenta, en referencia al porcentaje que logró Mauricio Macri en la segunda vuelta electoral y el alcanzado el domingo por la macrista Gabriela Michetti.

Agregó que "en ninguna parte del mundo transcurren seis años de gestión sin desgaste ni problemas", agregó. Además aludió a la "voluntad de la gente", frente a la cual nadie "puede enojarse ni desconocerla".

Felicitó a "todos y cada uno de los vencedores" de las elecciones de ayer y recordó otras derrotas de medio término sufridas por gobiernos anteriores.

Recordó las derrotas de Raúl Alfonsín en 1987 y de Carlos Menem en 1997 y, a renglón seguido, aseguró que el señalamiento "no minimiza ni intenta ignorar las razones" de la derrota de la "provincia de Buenos Aires, pese a la escasa diferencia".

Estimó que las cifras a nivel nacional arrojan "una suerte de tripartidismo" y destacó la performance de Fernando Pino Solanas en la Capital Federal.

"Las cifras parecerían indicar que puede haber una suerte de tripartidismo", señaló Fernández de Kirchner, quien sostuvo que "uno no puede dejar de reconocer la excelente elección que hizo Pino Solanas", cuando "hace un tiempo parecía haberse acentuado un marcado paso hacia la derecha".

No obstante, desde el ACS, Elisa Carrió había señalado que "el objetivo era ésta gran victoria nacional", al presentar a su sector el único ganador a nivel nacional.

"La presidenta tiene un enorme problema de gobernabilidad y no estoy de acuerdo con la interpretación que hizo. Dijo que no va a hacer cambios de gabinete porque está todo bien", señaló Carrió en declaraciones al canal Todo Noticias.