Está claro que una nena que todavía no cumplió los 15 años no tiene en sus planes ser madre. Sin embargo, 50 chicas de esa edad dieron a luz en San Juan en un año, según las estadísticas oficiales del Ministerio de Salud de la Nación (corresponden a 2008). Más discutible será si una chica de 15 a 19 años se convirtió en mamá por propia elección. En tal caso, en la provincia nacieron 2.187 bebés de estas madres adolescentes.

Sería incompleto definir estos como "embarazos no deseados", porque excluiría a las mujeres adultas. Pero los números arriba expuestos presentan, al menos, una punta del problema. La arista menos dramática, porque se trata en todos estos casos de nacimientos y no de abortos. No es fácil obtener una estadística sobre la cantidad de mujeres que llegan a los hospitales con sangrados al borde de la muerte.

Y aún cuando se pudiese contar con esa información, quedarían fuera de la lista todas aquellas que consiguen exitosamente practicarse el legrado, en condiciones de higiene apropiadas y asistidas por un profesional. Precisamente con la intención de igualar derechos para las mujeres gana terreno en algunos sectores la idea de despenalizar el aborto.

Esta semana comenzaría el debate sobre la despenalización del aborto en ambas cámaras del Congreso de la Nación. La senadora chaqueña Elena Corregido propuso modificar el artículo 86 del Código Penal, que establece las causas de abortos no punibles. La legisladora acompañó a Cristina a la asamblea de la ONU.

Según reflejó la prensa nacional, el proyecto permite practicar un aborto para "evitar un peligro para la salud o la vida" de cualquier mujer, contemplando los riesgos físicos, psíquicos y hasta los sociales.

"¿Esas muertes de niños no serían verdaderos crímenes de lesa humanidad promovidos e impulsados por el Estado? ¿Dónde quedan los derechos humanos a veces tan cacareados por algunos de los que propugnan estas matanzas?", dijo la semana pasada monseñor Alfonso Delgado en una entrevista. Y calificó la movida legislativa como "una bomba de humo para tapar otras cosas".

Está claro que se viene un debate áspero, sobre una materia que no es opinable. La vida de un ser indefenso no admite otra posición que su más irrestricta defensa. Sin embargo, aferrarse a esta posición no impide ver la realidad completa.

Es tanto como discutir sobre bajar la edad de imputabilidad penal, en vez de resolver el problema de los chicos que terminan en la calle totalmente desprotegidos y a merced de los delincuentes.

Está claro que mucho antes de discutir sobre el aborto, es necesario exigir una política educativa que aborde la sexualidad de manera urgente. Dejar de lado los falsos pruritos. Y, efectivamente, salvar vidas.