Las veredas de la Avenida Central, desde Las Heras hasta General Acha, incluso el codo de la plaza 25 de Mayo, por Mendoza y por Mitre, eran una muchedumbre compacta. Impenetrable. La gente trepaba árboles y medianeras. Y de los balcones y escaleras colgaban racimos de espectadores preferenciales. Ni los policías, ni en el Gobierno, ni los vecinos más antiguos del microcentro sanjuanino recuerdan que algún desfile por una fecha patria haya convocado a tanto público. La marcha de soldados y vehículos militares por el Día del Ejército, pese a la tardanza para comenzar, a la ausencia de los helicópteros anunciados y al frío de 10 grados con viento Sur, tuvo en su tribuna popular, según versiones policiales, más de 80.000 personas.
La expectativa había sido generada por la presencia de más de 800 soldados de varias provincias, con armamentos completos, y sobre todo por el paso de cuatro tanques de guerra. Los tres helicópteros Lama anunciados no llegaron jamás, debido al cielo muy cubierto. Pero las armas de los militares y los cañones gigantes compensaron la espera, sobre todo de los más chicos.
Mucho antes de que llegaran al palco la ministra de Defensa de la Nación, Nilda Garré, y el jefe de Estado Mayor del Ejército, Luis Alberto Pozzi, la multitud ya tenía su propia fiesta. Los niños jugaban con banderas y mataban el tiempo con pochoclo, mientras sus padres estiraban los ojos hacia las humaredas de los choripanes. Todos calificaban lo que estaba por suceder como "algo histórico". Y hablaban de los tanques como si los hubieran visto nacer.
Hasta que llegaron. Después de que hubieron desfilado los soldados a pie, con uniforme de gala algunos (impecables los Colorados de Salta, admirable el traje de las tropas de Cabot) y de fajina otros, pasaron entre la gente dos tanques Mowag y dos Panhard. "Uhhhhh", decían los niños, y les quedaba la boca abierta. Los más rápidos sacaban fotos. Y la mayoría pedía más, ya que las movilidades avanzaban demasiado rápido. En realidad, duró casi tres veces más la espera que el desfile. Y varios opinaban que así, el asueto escolar de ayer casi no tuvo sentido.
Los uniformados más aplaudidos fueron las bandas de música, los montañistas de nieve (llevaban los esquíes sobre sus espaldas) y los francotiradores camuflados. El aplausómetro se disparó también con los vehículos 6×6. Y cuando todo terminó, quedaba flotando el discurso de Pozzi, que se había centrado en la "comunión entre ciudadanos y soldados" para la construcción de un verdadero Estado de Derecho.
