Si tienes tres enemigos, toma alianza con uno, haz un acuerdo de paz con el segundo y ataca al tercero. La táctica genial del viejo Sun Tzu escrita 500 años antes de Cristo no ha sido superada en su eficacia hasta hoy. Muchos sufrieron en la historia por el pecado de no haber leído ‘El arte de la guerra‘. Por el contrario, muchos triunfadores esconden esa sencilla máxima para exhibirla como una genialidad propia o como esos secretos que se cree nacen de la sabiduría personal o de la experiencia. Un gobernador hubo en San Juan que pretendió luchar simultáneamente con una fracción de su partido, contra el mal funcionamiento del Estado, con la oposición y con los gremios. No tardó en ser destituido sin que importara la naturaleza de sus intenciones. Con más prudencia, luego fue reelegido y gobernó con tranquilidad su segundo período. Quien le reemplazó, también estuvo ausente en la clase de táctica y peleó a la vez con la alianza propia, con el gobierno nacional y las finanzas. Tuvo el mismo destino de la destitución.

Los tres pasos del milenario chino que parecen mágicos pero que son estrictamente racionales pueden reducirse a uno: Elige a tu enemigo. No se puede pelear contra cualquiera y mucho menos en varios frentes de modo simultáneo, como lo aprendió Napoleón en el campo de batalla y en el siglo pasado Hitler teniendo de un lado norteamericanos e ingleses y del otro lado a los soviéticos. Está también otra enseñanza del viejo sabio: ‘Las batallas se dan únicamente después de haberlas ganado‘. Es decir, antes de empezar se debe tener certeza de algún tipo de superioridad, sea numérica, estratégica o táctica, como lo hicieron Enrique V con un arco de flecha de mayor alcance en la batalla de Agincourt o Josué paseando el Arca de la Alianza frente a las murallas de Jericó.

Buena parte de todo ese arte está siendo ensayado por Macri en sus primeros meses. Pocas veces se advierte esta intención de manera tan clara como ha ocurrido con la visita al Foro Económico Mundial con Sergio Massa, a quien presentó como el líder de la oposición, algo que Sergio está lejos de conseguir pero que indudablemente es su propósito. La pregunta que se convierte en necesaria es ¿cuál oposición? En líneas generales tendríamos que decir ‘el peronismo‘, pero sabemos que esta hidra tiene mil cabezas, desde la sindical hasta las múltiples y diversas expresiones del partido que la representa en elecciones. Una, La Cámpora, ha mostrado su cara en Diputados peleando por un despacho especial para Máximo Kirchner, un gesto político de vuelo tan bajo que ha dejado en evidencia lo difícil que es tener imaginación cuando no se tiene el poder. ¡Un despacho para Máximo!, diputado perdedor que ingresó por la minoría en su provincia pese a ejercer su madre la presidencia de la nación. Otra, de mucha mayor envergadura tuvo su expresión aquí en San Juan la semana pasada cuando, en muestra de una de las principales virtudes del liderazgo, la convocatoria, el tándem Uñac-Gioja (como lo caracterizó Julio Turcumán), reunió a 13 gobernadores en ejercicio para pelear por la coparticipación de impuestos.

Gran diferencia hizo también Massa aceptando el convite de Macri en Davos. Hay que andar mucho camino para tener una foto abrazado con Joe Biden en el mayor escenario que provee hoy la política mundial. Pero, volvamos a Macri. El primer paso táctico, su alianza permanente con el cordobés José Manuel de la Sota, se refrendó yendo a esa provincia para hacer la primera reunión de gabinete nacional ‘outdoors‘ y garantizar 15 mil millones para obras ensalzando explícitamente la gestión. El presidente refuerza la confianza con el distrito y los dirigentes que le dieron con sus votos el triunfo en la segunda vuelta. No cuidar eso podría ser una catástrofe de consecuencias fatales: Córdoba es una ciudad ardiente que supo ser seno de grandes rebeliones contra el poder porteño.

El gesto hacia Massa puede tomarse como el segundo paso del manual chino, alianza con el primero, la paz con el segundo ubicándolo en el altísimo rango de líder de la oposición. (Es curioso pero Julio César hizo algo parecido con el jefe bárbaro Vercingétorix a quien subió a su nave rumbo a la isla británica para no dejarlo solo a sus espaldas). Queda ahora el gobierno en condiciones de enfrentar, si fuera necesario, al justicialismo multicéfalo que obligadamente se debatirá entre volver a cobijarse en las polleras de Cristina o arriesgarse a confiar en una nueva estirpe de dirigentes con futuro como el salteño Manuel Urtubey.

No sería de buena práctica sobrevaluar la reunión de San Juan. Puestos a ser objetivos, no es lo mismo tener Buenos Aires, Capital, Córdoba, Mendoza y buena parte de Santa Fe que Formosa, Catamarca, La Rioja, Santa Cruz y Misiones. Son cinco distritos en los dos casos pero la incidencia económica y electoral marca una diferencia abismal. El mitín pareciera más una señal hacia la interna del PJ que una amenaza al poder central. No obstante, la administración reconoce que debe hacer un nuevo acuerdo de reparto de recursos nación-provincias y políticamente, con velocidad de reflejos, Rogelio Frigerio, ex asesor de Gioja, sin duda vio con buenos ojos a estos interlocutores frente a la resistencia que se anunció sanguinaria del kirchnerismo del ‘cuervo‘ Larroque. Otra vez estamos frente a la buena praxis de elegir un adversario conveniente. No es necesario que haya batallas, por los menos hasta que se inicien las sesiones del Congreso, pero resulta claro que el oficialismo intenta cerrar tratos estables que garanticen la gobernabilidad inmediata dado que ya el año que viene cada cual se volverá a calzar la camiseta partidaria en las elecciones legislativas. La elección del adversario y la consolidación de las amistades, materias aprobadas en la primera parte de la gestión de Macri.