Empieza con dolor de cabeza, insomnio, mareos y después falta de apetito. Son los primeros síntomas del llamado mal de altura debido a la falta de adaptación del organismo a la poca cantidad de oxígeno por la altitud en sitios superiores a los 2.400 metros sobre el nivel del mar. Y, durante el Cruce de Los Andes se llegan a transitar por senderos superiores a los 4.800 metros sobre el mismo nivel, como en el caso de El Espinacito, por lo que hay veces en el que el temido mal se hace presente.
Sebastián Carbajal (30), un médico especializado en cirugía general y en medicina de alta montaña, quien ha participado es 6 de los 7 cruces realizados hasta ahora, dijo que si los síntomas se agudizan, con la aparición de vómitos, pérdida de conciencia y con la presencia de un edema cerebral, es decir la permanencia de líquido en el cerebro, el único tratamiento posible para incluso salvar la vida del enfermo es descender.
Claro que durante las ediciones del cruce en las que participó nunca ha tenido que enfrentar situaciones tan extremas y todo lo ha podido solucionar con la administración de oxígeno, un antiinflamatorio y diuréticos.
Este gendarme, que es primer alférez médico del Escuadrón 26º de Gendarmería Nacional, con asiento en Barreal, lleva en todas las ediciones del cruce cordillerano una mula carguera que transporta todos los elementos necesarios para enfrentar desde un dolor de cabeza hasta un equipo de cirugía y un cardiodesfibrilador portátil, por si se presenta una emergencia cardíaca.
‘Sólo hemos tenido casos de mal agudo de montaña moderados y nunca hemos tenido que evacuar a nadie‘, contó el médico.
Para las caídas de las mulas, una situación de la que muy pocos expedicionarios se salvan, Carbajal siempre hace una valoración del paciente para descartar lesiones graves, como fracturas. Y como primera medida está el antiinflamatorio en aerosol, que después puede por inyección intramuscular si los dolores persisten.
‘Después de una caída, no hay que hacer movimientos bruscos, sino esperar ayuda‘, recomienda el gendarme que en su haber tiene varias cumbres en el Aconcagua, el Mercedario y el cerro Ansilta y que hasta tiene una especialización en rescate en helicóptero.
‘El helicóptero siempre está disponible, pero nunca hizo falta‘, dijo Carbajal.

