Los sistemas electorales, propios de cada provincia y de la Nación en su caso, se encuentran en pleno desarrollo. Ocurre lo mismo respecto a las estructuras de los Tribunales Electorales. Bueno es recordar que en nuestra provincia se experimentó con sistemas como el de ‘Lemas‘ (desastroso en todo aspecto) y en la Nación con el de los llamados ‘Neolemas‘, sistemas que no sólo desvirtuaban la voluntad popular sino que, de algún modo, bastardeaban la base de sustentación del sistema concebido por las constituciones: los partidos políticos.
Hoy el ciudadano tiene en claro qué se vota, a dónde va su voto, a qué fuerza política pertenece cada candidato. En modo alguno puede, de buena fe, sostenerse lo contrario. Hoy, de buena fe, razonablemente, no puede hablarse de fraude o trampas electorales, porque todo se hace en público, todo se hace bajo el control de las agrupaciones políticas.
El sistema necesita de correcciones, los tribunales electorales de una mayor estructura material y humana, el sistema requiere de partidos políticos o alianzas fuertes, poderosas, con capacidad de control. El sistema necesita de ciudadanos que no valoren los minutos de espera para votar como tiempo perdido. El sistema necesita, también, de la buena fe de los competidores.
Las elecciones, se tiene dicho, no sólo deben ser transparentes sino, también, deben ser competitivas. Este último requisito lo deben poner los partidos políticos y no los tribunales electorales. No tengo duda alguna, más allá de la ocurrencia de insignificantes incidentes, que todos hemos crecido, todos hemos madurado. Hoy, como cada cuatro años, cada ciudadano tiene el poder, cada ciudadano ejerce el derecho de elegir, nada ni nadie lo puede perturbar. Luego vendrán tiempos de discutir boletas únicas, voto electrónico, combinación de sistemas, etc. Discusión, adelanto desde ya, que será bueno, despejarla de preconceptos y frases hechas.
