El jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, le declaró la guerra ayer al Gobierno nacional por el caso de las escuchas telefónicas, al denunciar un "boicot permanente e incansable" de la administración kirchnerista y de la Policía Federal contra la Policía Metropolitana.

"El Gobierno nacional no ha parado, junto a la Policía Federal, de boicotear en forma permanente e incansable el lanzamiento de la Policía Metropolitana, y a pesar de eso hemos seguido avanzando", manifestó Macri.

Macri dio una conferencia de prensa junto a su gabinete para desligar la responsabilidad de su gestión en el caso del ex policía federal Ciro James, quien trabajó en el Ministerio de Educación de la Ciudad y está acusado de espiar, mediante escuchas telefónicas, a Sergio Burstein, familiar de una de las víctimas del atentado a la AMIA y, al empresario Carlos Avila.

Por su parte, el ministro de Seguridad porteño, el ex juez federal Guillermo Montenegro, bajo cuya órbita está la Policía Metropolitana, sugirió que al momento de solicitar las escuchas James se desempeñaba en la División Robos y Hurtos de la Policía Federal, a las órdenes "del subcomisario (Mario) Vila", quien ahora está en la subdelegación Salvador Mazza, en Salta.

Macri opinó que la Federal tendrá que explicar por qué James "mandó a pinchar los teléfonos bajo las órdenes de Vila".

El jefe de Gobierno involucró como uno de los responsables de esta supuesta maniobra a Néstor Kirchner. Lo hizo al expresar su esperanza en que "hoy haya un punto de inflexión y entiendan el Gobierno nacional, Néstor Kirchner y la Policía Federal que tienen que colaborar con nosotros" y "dejar este tipo de situaciones". Macri dijo que su fuerza igual funcionará "contra viento y marea".

Antes, el jefe de Gabinete nacional, Aníbal Fernández, señaló que Macri no podía desconocer a James: "Todos sabían quién era, todos sabían para quién estaba trabajando; Macri, para tratar de salir del lío en que se metió espiando a los demás, dice ‘seguramente Aníbal Fernández lo mandó a espiar a los demás’. Resulta que yo lo mandé a espiar a él y después le agarra el Síndrome de Estocolmo y se queda con ellos…es muy torpe".

Fernández se refirió así al mecanismo psicológico según el cual el secuestrado se identifica con el secuestrador, en alusión al secuestro de Mauricio Macri, en 1991.