"¡No, no, dejá de armar eso ya!", alcanzó a ordenar un contrariado José Luis Gioja justo antes de dejarse caer sobre una silla en el estadio Cantoni. En cuestión de minutos, le habían cambiado por completo la cara y el humor. Recién eran las 13.20, en el predio seguían armando el camarín especial que preparaban para la Presidenta, debajo de los carteles de Bienvenida; el propio gobernador controlaba paso a paso los preparativos y en ese momento dejaban a punto un sistema de ventilación portátil que apuntara directamente al matrimonio K. En la euforia de los preparativos, nadie entendía a qué se refería el gobernador. "Estamos al horno", rompió entonces el suspenso Gioja, dirigiéndose a la encargada de Ceremonial de la Presidencia. Acababa de recibir un llamado a su celular, directamente de la Casa Rosada, en el que le anunciaban que Cristina Fernández había decidido no viajar a San Juan, por una amenaza de tormenta que avanzaba desde Mendoza y que podría haber complicado el vuelo.

Por supuesto, la desazón no permitía imaginar lo que vendría exactamente a las 19.25: una comunicación por videoconferencia con la Presidenta, tan informal y llena de bromas y elogios cruzados con Gioja, que la ausencia terminaría convirtiéndose en apenas una anécdota ("me hubiera encantado estar con ustedes, la tormenta no me lo permitió pero mi corazón está ahí", diría más tarde Cristina). Pero, claro, la noticia era aún demasiado reciente como para darle lugar al optimismo.

Por la siesta, temprano, nadie podía creerlo. Al gobernador lo rodeaba buena parte de su Gabinete, además de gente de la Presidencia, y él era el primero en enterarse del faltazo, al que luego, en la intimidad, comenzarían a llamarle "la jodita del Día del Inocente" (factura que el propio Gioja pasó a los "bromistas" más tarde desde el micrófono). Hasta antes del llamado, que recibió apartándose en un rincón lejos de todo el mundo, el gobernador había estado con su humor habitual de buen ánimo y metralla de chistes. Pero colgó el celular y su rostro de apagó. No estaba enojado, sino visiblemente decepcionado, sobre todo cuando levantó la mirada para volver a repasar a todos acomodando artefactos, ultimando sistemas de audio y video, alineando sillas y disponiendo la seguridad.

En busca de alguna salida de emergencia a la situación, un colaborador le sugirió al mandatario posponer todo el acto para realizarlo hoy. Pero a Gioja no le gustó la idea: tanto la ceremonia como la movilización de la gente ya estaban absolutamente cocinadas para que sucedieran ayer mismo. Más tarde, una alta fuente oficial revelaría que al gobernador le habían dicho que en realidad era Néstor Kirchner, quien iba a venir con la Presidenta en carácter de acompañante, el que no se animaba a volar si había un mínimo margen de riesgo para el traslado.

Adentro del Aldo Cantoni, uno de los camarines ubicado al Norte pasó a convertirse de inmediato en el ícono de la visita frustrada. Allí, por disposiciones de Ceremonial tanto de San Juan como de la Nación, habían acondicionado todo para que la Presidenta pudiera usar ese ambiente como sala de estar antes de subir al escenario y comenzar con el acto. Las entradas a las duchas habían sido tapadas con cortinados rojos y al medio habían dispuesto una mesa, algunas sillas, termos y tazas para preparar té de distintas clases. Incluso uno de los vestuarios de ese camarín estaba listo para que Cristina Fernández pudiera usarlo para algún retoque personal en caso de necesitarlo. Y lo mismo habían hecho con las duchas, por si la mandataria quería inclusive refrescarse antes de iniciar la actividad ceremonial.

Pero el mismo símbolo de la ausencia fue el fusible que usó Gioja para recobrar el ánimo. En cuanto le preguntaron qué harían entonces con ese camarín ya listo, respondió: "Dejalo para los periodistas, pero los locales nomás". Y sobre el corralito preparado para la prensa, que otros allegados sugirieron desarmar para dejar a los periodistas "sueltos" dado que el operativo de seguridad ya no sería tan prohibitivo, dijo que "no, metelos a todos ahí y que no molesten", ocurrencia que arrancó unas cuantas carcajadas y que despertó la distensión que todos necesitaban.

Mientras tanto, afuera, en las inmediaciones, los pasacalles de "Bienvenida, Cristina" no dejaban adivinar lo que realmente pasaría. Y en torno a la entrada del edificio por calle San Luis, poco después de las 16, ya había un par de centenares de personas esperando entrar al estadio. Muchas mujeres terminaban de escribir cartas, en sobres que cerraban y guardaban prolijamente en sus carteras. Eran para entregárselas a la Presidenta, casi todas con pedidos de vivienda o de algún tipo de ayuda. Tampoco tenían idea aún de que sus mensajes no tendrían un destinatario directo por la tarde de ayer.

Hasta poco antes del inicio de todo, los técnicos calibraban la pantalla gigante ubicada detrás del palco-escenario. Es en la que pasaron los videos institucionales del Gobierno de San Juan. Y es la misma que habían acomodado para que el público adentro del estadio viera más de cerca y ampliada a la Presidenta dando su discurso allí mismo. Pero que tuvieron que terminar usando para la comunicación con Buenos Aires.