Entre vecinos a menudo funciona el viejo postulado de poner las barbas en remojo tras el permanente fisgoneo. De reojo, como quien pretende disimular el interés, lo que haga el de al lado suele servir como coordenada para actuar en el futuro cercano. Sea por acierto o por error, en ambos casos ayuda atender cómo transcurre la afeitada ajena.

Vecinos por excelencia, sanjuaninos y mendocinos comparten una historia de fisgoneos mutuos y momentos mejor llevados que otros. El tema minero es, en este relato, un capítulo más.

El lanzamiento de la Siminera 2009 -comenzará el próximo miércoles- y la coronación de la nueva reina de la minería fueron objeto de tratamiento periodístico "puertas adentro" de Mendoza.

Claro, eso de "puertas adentro" es una expresión cada vez más alejada de la realidad: lo que se diga o publique en cualquier latitud es accedido de inmediato por lectores internautas. Palabras más, palabras menos, la prensa vecina destacó que mientras en Mendoza el tema minero todavía genera piquetes de rechazo, en San Juan se celebra la actividad sin pudores. El contraste fue escrito en el límite de la envidia por la pluma del cronista que advertía el terreno cedido a los sanjuaninos en materia de captación de inversiones.

Un dirigente empresario local, avisado de este enfoque mendocino, se atrevió a reflexionar en voz alta: "el día que se decidan a hacer minería, estaremos complicados". No se le escapó el detalle de que Mendoza es una provincia más grande que San Juan en materia de capitales, infraestructura y población. "Tenemos que apurarnos para sacar varios cuerpos de ventaja ahora", agregó.

Sin embargo, montañas hay en todo el mapa del Oeste argentino. Y los minerales están dispuestos por obra de la naturaleza sin posibilidad de que ninguna artimaña humana pueda descubrir oro donde no lo hay. Lo único que depende del hombre, en este caso, es decidir: avanzar en un sentido o en el otro. Siempre consciente de que lo que haga será objeto de celosa observación vecina.