Resabios de la vieja lucha por los precios básicos -en los tintos escasos, en las uvas próximas- y temores sobre la dimensión que la próxima cosecha podría tener sobre unos y otros. Precios a granel tonificados, stock pobres en tintos, inminencia de cosecha insuficiente para restablecer equilibrios. Estos fueron básicamente los factores que ayer estuvieron en juego sobre el gran mesón del INV, en Mendoza. Los directivos de viñateros y bodegueros trasladistas se mostraron remisos a que se bajen los límites mínimos del color para comercializar un vino como tinto, cuya escasez ha llevado su valor a granel por encima de los $2 por litro. Esto es, de 450 a 400 unidades de color. Deducen que esto facilitaría el uso de vinos blancos y algunos criollos, para engrosar el volumen de los tintos. En consecuencia, temen que caería el valor unitario de los buenos tintos. Los fraccionadores -encabezados por Bodegas de Argentina- han pedido formalmente mayor flexibilidad en el color, atenazados como están entre la falta del tinto suficiente para abastecer sus líneas de embotellado y los altos precios que en góndola están ya incidiendo a la baja en el consumo. Los viñateros y los trasladistas tienen claro que existencias insuficientes y una cosecha magra, sostendrán los precios bien arriba. Los fraccionadores dicen estar ya rondando límites "impagables". Argumentan los bodegueros y algunos funcionarios que no sólo podrían desplomarse ambos consumos -el interno y el externo- sino que esos valores harían que pocos viñateros y maquileros se predispongan a hacer el 20% de mosto imprescindible para sostener los mercados del concentrado. Y hasta piensan en subsidiar parte del precio de compra de uvas destinadas al mosto, para incentivarlo. Los registros del INV ya dan cuenta de caída en el consumo interno y de una baja incipiente por ahora en el volumen de las exportaciones. Ambas evidencias terciaron ayer para tensar los ánimos en la disputa del color de los tintos, los verdaderos protagonistas del mercado.