Después de un largo recorrido, donde hubo que superar múltiples inconvenientes, hoy por la mañana comienza hacerse realidad el sueño de los navegantes sanjuaninos: iniciarán una travesía a mar abierto que comenzará en el Club Parque Norte de Buenos Aires y pretende llegar hasta las costas de Montevideo para "acompañar" el regreso a Buenos Aires de las fragatas que participan de la gran Regata del Bicentenario.
En medio de una ardua tarea al bordo del Sunchaser (perseguidor del sol) para poner todo apunto y cargar la hoja de ruta, los sanjuaninos hablaron ayer con DIARIO DE CUYO para comentar los pormenores de la partida.
"Tenemos todos los permisos correspondientes, sólo falta poner en marcha el motor", comenta, Gustavo Acevedo, ("Garco", infografista de este medio) que es parte de la aventura.
El trabajo y la adrenalina son los condimentos principales en torno al equipo sanjuanino que pasó por un periplo para trasladar la embarcación hasta Buenos Aires.
"En San Luis tuvimos que parar y pagar en muchos peajes y Gendarmería nos desvalijó el velero para inspeccionar qué llevábamos. Fueron dos horas de angustia y retraso". comenta, por su parte, el ideólogo y principal promotor del viaje, Cristian Unda.
Otro de los puntos críticos del viaje fue cuando intentaron pasar un peaje en la Autovía del Sol en Buenos Aires, más bajo que el velero. Gendarmería y la Policía Federal tuvieron que bajar al barco del carretón que lo transportaba para remolcarlo a más baja altura y poder cruzar. "Era hora pico y para hacer esta maniobra la policía tuvo que cortar el tránsito. Fue un caos pero al final pasamos", cuenta Unda.
Ya en la dársena tuvieron otro contratiempo porque el mástil del velero fue tapado por la marea y hubo que esperar que bajara para recién montarlo.
Aunque cuentan con el apoyo de la Secretaría de Minería provincial, a cambio de promoción de los productos regionales locales, de los cuales están bien provistos, hay economía de guerra a bordo del Sunchaser.
Gustavo Acevedo contó que ayer al mediodía no tenían nada para almorzar porque aún no regresaban los compañeros encargados de comprar las provisiones. Pero terminaron almorzando un sabroso surubí rebozado con sémola -por falta de harina- gracias a que el integrante más joven del equipo de sólo 14 años es "bueno con la caña de pescar".