Lo primero que detectaron los vecinos del Lote Hogar 43, en Chimbas, fue un inusual movimiento de policías en la vereda alrededor de las 11.20. Creyeron que había habido un accidente. Incluso hubo quienes pensaron que acababan de asaltar a alguien. Por pura curiosidad, empezaron a acercarse. Cuando ya había una muchedumbre que llegaba casi al centenar de personas, en medio de un clima de intriga que a varios había puesto nerviosos, les estalló la novedad frente a sus narices: llegaba una combi gris con cortinas en las ventanas, se abría la puerta y bajaba, en mangas de camisa y muy sonriente, el presidente Mauricio Macri.
Los destinatarios de la breve visita presidencial eran en realidad los miembros de la familia Ovalle, un matrimonio humilde con cuatro hijos que se gana la vida fabricando y vendiendo alpargatas de diseño propio. Pero la investidura del recién llegado hizo que el barrio e incluso las comunidades vecinas fueran una revolución. El comentario más extendido era lo bien que se sentían de que el Presidente de la Nación se acercara a un rincón tan humilde de San Juan. Y pese a que los había tomado desprevenidos, la mayoría sacó hojas, buscó cuadernos e improvisó escritorios en las paredes y rejas y se puso a redactar cartas con pedidos puntuales para dárselas a Macri.
Mientras el mandatario y sus acompañantes charlaban con los Ovalle, encuentro que duró cerca de 25 minutos, afuera se juntaba cada vez más gente, ya que el boca en boca había sido veloz y efectivo. Apuraban la escritura de las cartas. Preparaban los celulares para "cazar" al Presidente ni bien traspusiera el portón gris, en ese momento con custodia, de la casa-taller familiar. Adentro, mientras tanto, el matrimonio (al que sólo le habían anticipado que recibiría la visita "de un ministro") le explicaba su trabajo a Macri, le mostraba el proceso artesanal de armado de las alpargatas y le obsequiaba un par con los colores de Boca Juniors, número 43.
Hasta que se abrió el portón de chapa y salió el Presidente, envuelto de inmediato en un enjambre de cartas de papel. Macri recibió las que pudo, sonrió, se dejó hacer algunas fotos y volvió a ser engullido por la combi, que arrancó rumbo al aeropuerto y dejó atrás a varios barrios encendidos por la euforia de una visita histórica que ni imaginaban.
El drama de una madre que pide ayuda
Tanto en el autódromo como en el aeropuerto, a todos les llamó la atención la presencia de una mujer en silla de ruedas y con dos bebés idénticos en brazos. Se trata de Natalia Morales, una sanjuanina que vive en la zona rawsina de Médano de Oro y que atraviesa un momento muy complicado, por eso insistió toda la mañana para ver personalmente al Presidente. En realidad, lo que quiere Natalia es que Macri apadrine a alguno de los mellizos que tuvo hace un mes, ya que son su séptimo y octavo hijo varón. Con ese paso, apunta a conseguir ayuda para mejorar su situación. La mujer sufrió un accidente hace meses con otro de sus hijos y al chico tuvieron que operarlo y hacerle injertos. Poco tiempo después, se les incendió la casa y perdieron todo, sumado al drama de que el único ingreso que tienen proviene de las changas de su marido. Natalia no logró reunirse con Macri, pero sí la escucharon y tomaron nota de su pedido el gobernador Sergio Uñac y la sanjuanina Gimena Martinazzo, delegada local de Desarrollo Social de la Nación.


