A principios de este año sonaron otra vez versiones de todo tipo: que uno se iba por estar cansado, que otro ya había sacado los libros de la biblioteca de su despacho en señal de retirada. A días de bajar la persiana de 2014, a pesar de cumplir los requisitos desde hace un buen rato y a diferencia de decenas de jueces inferiores que estaban en las mismas condiciones, ninguno de los ministros de la Corte de Justicia se jubiló. Por el contrario, llegarán a un nuevo récord de permanencia en el máximo tribunal mientras siguen cosechando críticas por las polémicas medidas que adoptan y por no atender ni resolver problemas graves.

Las expectativas de cambios en la Corte de Justicia crecieron en 2011, cuando en la provincia comenzó a aplicarse una ley que les permite a los jueces irse con el 82 por ciento móvil. La norma tuvo efecto práctico por gestiones que José Luis Gioja hizo con la administración kirchnerista, con la intención de asegurarles un buen ingreso post laboral a los encargados de impartir justicia y de esta forma impulsar un recambio masivo en la envejecida magistratura sanjuanina.

La oxigenación llegó casi a todas las instancias. Hasta 2014 se produjeron 35 vacantes en cargos de juez y la gran mayoría fue por jubilación (hay 6 más que no se cuentan porque son cargos nuevos), lo que equivale a casi un tercio de la magistratura. La excepción es el máximo tribunal, a pesar de que sus miembros exceden ampliamente el límite de 60 años y la cantidad mínima de aportes que se necesita para pasar a retiro.

Carlos Balaguer y Humberto Medina Palá llevan 20 años como cortistas, Juan Carlos Caballero Vidal y Adolfo Caballero cumplieron 18 años y Abel Soria Vega 17. Además de mantener la fuerte cuota de poder que supone tener la última palabra a nivel local en la resolución de los procesos judiciales, se encaminan a alcanzar una nueva marca: la Corte entrará al año número 18 con la misma composición.

Apenas empezó a correr 2014 desde Tribunales filtraron por enésima vez que Balaguer (con 76 años, es el más grande de todos) se iba a retirar dentro de poco y que Medina Palá estaba preparando todo para hacer lo mismo. Hoy, los dos siguen ocupando su sillón.

Ninguno está obligado a irse, pero la expectativa parece haberse convertido en un deseo de casi todos los actores judiciales. Jueces, fiscales, abogados y empleados se quejan del estado del servicio de justicia y piden a gritos medidas para agilizar el sistema. Inclusive, algunos magistrados se animan a hablar en notas periodísticas de la necesidad de que la renovación también llegue al segundo piso de Tribunales.

Dentro y fuera del edificio 25 de Mayo dan un glosario de motivos. Afirman que los cortistas se demoran mucho más de lo que indica la razón para resolver los casos que reciben, que no se apuran con la incorporación del personal que hace falta desde hace años, que la desidia está haciendo colapsar la estructura edilicia y recuerdan, para sumar un ejemplo, que aún no pusieron a funcionar el archivo judicial que ellos mismos inauguraron hace más de 3 meses.

Un capítulo aparte para las designaciones. La Corte ha obviado por años los concursos que exige la Constitución y nombró más de un centenar de personas en forma directa o a través del escalafón de ordenanzas, para después promoverlas a cargos administrativos que se deben cubrir por una compulsa que dé transparencia y entierre los acomodos.

La posibilidad de que en algún momento se libere algún cargo genera sumo interés entre los que tienen aspiraciones de llegar al máximo tribunal. Además del poder que da, el puesto de cortista es el mejor rentado de la provincia. Según fuentes judiciales, embolsan un sueldo cercano a los 70 mil pesos de bolsillo.