Aunque no deja de recordar la pobreza que le tocó vivir en su infancia, ahora tiene una pulsera de oro en su muñeca, una lujosa casa y la Justicia pisándole los talones. Desde 1983, José Pedraza dirige la Unión Ferroviaria (UF): el gremio que está en la mira de las investigaciones tras la muerte de un joven militante en un enfrentamiento entre ex trabajadores tercerizados del Ferrocarril Roca que reclamaban ser reincorporados y empleados de la UF.

El enfrentamiento, que terminó con el militante Mariano Ferreyra muerto a los tiros en el barrio porteño de Barracas, deja cada vez más contra las cuerdas a Pedraza, mientras evalúan interrogarlo como imputado.

Nacido en 1944 en Deán Funes, un humilde pueblo de Córdoba a la vera de las vías del ferrocarril, Pedraza supo lo que era dormir con hambre. Hijo de un trabajador ferroviario, en la década del 60 ingresó como obrero del Ferrocarril Belgrano. Al mismo tiempo estudiaba Derecho.

Su actividad sindical comenzó ni bien empezó a trabajar como ferroviario. Por eso a nadie sorprendió que participe de la combativa CGT de los Argentinos. En 1966 perdió su trabajo por el activismo gremial pero en 1971 volvió a trabajar en el Ferrocarril Mitre como changarín. Dos años más tarde volvió al sindicalismo y en 1976 lo dejó de nuevo. Durante la dictadura mantuvo el perfil bajo y ni bien restituida la democracia -en 1983- los afiliados a la Unión Ferroviaria lo eligieron como secretario general, cargo que nunca más abandonó.

Su cintura política lo hizo sobrevivir a las disputas sindicales. Durante la presidencia de Raúl Alfonsín fue uno de los principales aliados del gremialista Saúl Ubaldini, de clara oposición al radical. Si bien estaba en un primer momento del lado de Antonio Cafiero, no dudó en pasarse al lado de Carlos Saúl Menem cuando éste ganó las internas para competir por la presidencia. En el olvido quedó su ideología marxista y abrazó la causa peronista que lideró el riojano durante los ’90, con una política económica fuertemente liberal.

En los noventa, lo vincularon con una estafa a afiliados de la Unión Ferroviaria que pagaban por adelantado sus gastos de sepelio. Estuvo a favor de la privatización de los ferrocarriles y dio luz verde para la reducción de personal. Su forma de mutar políticamente lo puso en la vereda del duhaldismo a comienzos del siglo XXI y del kirchnerismo a partir de 2003.

Encima, tiene muy buena relación con el líder de la CGT Hugo Moyano, pese a integrar el grupo de sindicatos conocido como "los gordos", de clara tendencia antimoyanista.

No se priva de pagar 400 dólares diarios para descansar en un hotel de Río de Janeiro junto a su segunda esposa, Claudia Coria. Tiene una casa que en 1998 le costó 700 mil dólares.

Entre otras preocupaciones, lo han llegado a acusar por manejo irregular de subsidios del Estado y por desviar un crédito de 285 millones de dólares del Banco Mundial que, originalmente, era para reconvertir a las obras sociales sindicales. Parte de la plata fue a asesores amigos.

Su vecinos de Morón recuerdan una apacible tarde de domingo que terminó a los tiros, cuando unos autos se acercaron al jardín de Pedraza y empezaron a disparar. Creen que fue por unas elecciones en el sindicato que ahora está en la mira judicial.