Norma Mercado de Agüero planchaba la camisa de su esposo, giraba unos pasos y daba vueltas las papas fritas en la sartén, para luego abrir la puerta del horno y mirar el pollo. Ella vivió 41 años en la erradicada Villa Genet, en Pocito, y allí conoció a Juan Carlos, su marido. Desde hace tres días habita una flamante casa del barrio Conjunto III, en Pocito, y la de su familia fue una de las elegidas para recibir la documentación de sus viviendas, durante la visita presidencial. Ellos y otros grupos familiares de ese barrio vivieron una jornada diferente, en la que alternaron la ansiedad y los nervios con buenos almuerzos para celebrar.
Ya en el acto, las familias protagonizaron uno de los momentos más emotivos, que hicieron llorar a Cristina y Gioja. Ellos fueron los encargados además de entregarle regalos a la Presidenta e incluso también de restarle formalidad a la ceremonia, cuando Gioja ofició de fotógrafo para que los Cabanay se retrataran con Cristina.
El esposo de Norma es Juan Carlos y trabaja en la empresa que construyó el barrio, así que tiene el plus de haber ayudado a levantar su casa y la de sus vecinos.
Claudia Cabanay optó por hacer milanesas, uno de sus platos preferidos. Ella tiene cáncer y dos de sus cuatro hijos son discapacitados. ‘Yo luché mucho por esta casa, porque es lo que les voy a dejar a mis niñas el día que me muera’, se emocionó Claudia, quien le pidió a Gioja que hiciera de fotógrafo en la ceremonia.
Ester Villafañes vivió durante cuatro décadas en Villa Genet. Ayer limpió temprano su flamante vivienda en el barrio y para matar la ansiedad, se puso a regar las plantas. ‘Ahora corre viento y desde adentro no me doy cuenta. Es algo tan simple pero a lo que no estaba acostumbrada’, dijo.
A la vuelta de la casa de Ester, Ramona de Albelo veía qué se iba a poner para ir al acto junto a dos de sus siete hijos. ‘No siempre se tiene la oportunidad de estar delante de un presidente’, indicó. En Villa Genet vivió durante 22 años y a medida que acomoda cosas en su nueva casa, confesó que la quiere un poquito más. ‘Una se acostumbra rápido a la comodidad, por ejemplo a no tener que abrigarse para ir al baño, que antes teníamos en el fondo’, contó.
En la misma cuadra de la manzana D hay dos Albelo más: Sergio y Gabriel. Ellos son hermanos y a su vez, sobrinos de Roberto, el esposo de Ramona. Gabriel tiene 5 hijos y su mujer iba a empezar con tiempo a cambiarlos a todos, para no andar a las apuradas. ‘Aún estoy en shock con nuestra nueva casa. Durante 8 años vivimos apretados en unas piezas que me prestó mi mamá, compartiendo el baño con su familia y la de mi hermano’, contó.
Su cuñada, Beatriz Torres, esposa de Sergio, reconoció su nerviosismo por el acto en el que le entregaron la tenencia provisoria de su nueva vivienda. ‘Es el último paso para sentirnos los dueños de casa’, señaló.
Muy cerquita, Marcela de Luján confesó que ni hambre tenía de los nervios por el acto. Su marido pidió trabajar de corrido para poder ir a la ceremonia, junto a sus tres hijas. Y dejar, al menos por un rato, la casa con la que soñaron toda la vida.