La inesperada novedad causó cierto e indisimulado desencanto. "Se suspendió por cuestiones de agenda", afirmaban al caer la tarde voceros del Gobierno, ya con la certeza de la postergación -sin día ni hora de reemplazo- de la reunión bilateral que iban a sostener mañana el presidente Mauricio Macri y la primera ministro británica, Theresa May en el contexto de la cumbre del G-20.
 

 

En el Gobierno entendían que "cuestiones de reordenamiento de agenda" y la complicada situación interna que vive May en su país fueron las razones oficiales de la postergación. El desencanto se debió, sobre todo, a que había sido la propia May la que ordenó a sus funcionarios coordinar un encuentro con el Presidente, días antes de la cumbre del G-20. Desde el Gobierno no descartaban que mañana se produzca un diálogo "pull aside" (más informal), como el que sostuvieron en la última Asamblea de Naciones Unidas.
 

Para Argentina, la reunión con May era la puerta de entrada para hablar -de alguna manera-de la soberanía de Malvinas, aunque el jefe de gabinete Marcos Peña lo había puesto en duda durante la conferencia de prensa que brindó a mediodía.
 

"El espíritu es trabajar en todos los demás aspectos de la relación. Hay mucho que podemos hacer. No necesariamente la cuestión de soberanía estará en la agenda de mañana", dijo Peña en un inglés fluido durante la conferencia. Un rato más tarde, fuentes de la delegación ampliaron que la intención de Macri es ratificar la posición argentina respecto del diferendo sobre las islas, pero sin que eso impida desarrollar una relación productiva en otras materias de interés mutuo.