Con la licencia de la tecnología, acuñó un nombre de fantasía -"juanc"- y una escritura exenta de cualquier signo de puntuación que la dejó al borde de lo inteligible. Sin embargo, "juanc" opinó en nombre propio y, posiblemente, de muchos otros que con estupor supieron lo ocurrido el lunes pasado en la Ruta 20: dos motociclistas fallecidos y una colisión múltiple, que involucró hasta una ambulancia. "Hasta cuándo vamos a esperar que modifiquen ese sector de la Ruta 20 (à) Es una zona de terror", afirmó el lector web.
Después de recibir un llamado telefónico, la policía halló los cuerpos de dos muchachos, de 22 y 23 años, inertes en un zanjón, junto a la moto que chocó contra un árbol. La tragedia había sucedido minutos después de las 8.00. Sin sentido. Dos muertes más para la estadística.
Pasado el mediodía, en la misma ruta, pero a la altura de Las Chacritas, otro accidente insólito: un choque múltiple, originado por un auto que aparentemente cruzó de carril y embistió de frente a una ambulancia que trasladaba un enfermo desde Valle Fértil. Dos vehículos más terminaron involucrados. Sin fallecidos esta vez, pero sí heridos con una dura recuperación por delante y la sensación de que sólo la providencia o el destino definieron que el saldo no haya sido el peor.
"Se debe colocar señales, iluminación y que bajen la velocidad. Deben hablar con gente responsable de Vialidad Provincial", escribió "juanc", conmovido por la anarquía vial. Vialidad Provincial hubiera contestado que la Ruta 20 depende de Vialidad Nacional, aunque el sentido común reclame menos burocracia y más acción directa.
Según la Asociación Civil Luchemos por la Vida, en San Juan hubo un total de 198 muertos en 2010 por accidentes de tránsito. El total en el país ascendió a 7.659, con un promedio mensual de 638 y 21 diarios. En ningún caso se cuentan los heridos y el carácter de esas lesiones, si fueron transitorias o permanentes y, por lo tanto, definitorias de una discapacidad.
Pero a la vuelta de la lectura breve de la opinión de "juanc" queda aún un cabo suelto: la ingobernabilidad de las voluntades individuales. La decisión de cada sujeto que decide montar una moto o asir un volante. En ese lugar no hay autoridad oficial. No hay multas. No hay infraestructura vial deficiente. No hay fallas mecánicas. No hay campañas con videos impactantes ni gráficas lúgubres. Sólo hay conciencia.
