Igual que el mar por la tarde: nacieron como olas pequeñas, tímidas, que se fueron inflando y cobrando confianza, para terminar cayendo sobre el palco oficial con la furia de una marea de silbidos, chiflidos, batir de palmas y gritos al estilo de "¡el-des-file!" y "¡dale que no hemos desayunado!". Es que la espectacular marcha militar anunciada para las 11:30 empezó recién a las 13:10, tras un discurso bastante extenso de Nilda Garré.
La tardanza tuvo un efecto dominó, porque arrancó con una demora en la llegada de los visitantes a Casa de Gobierno, continuó con un inicio dilatado del acto en la Avenida Central y terminó con un raconto de la Ministra de las tareas y logros del Ejército que enfureció a la gente que esperaba en la calle.
Fueron los más chicos los que empezaron a impacientarse, en la esquina de Mendoza y Central. El efecto contagio no tardó, así que los aplausitos acompasados del principio terminaron siendo una silbatina que cacheteó toda la avenida. Tanto, que la funcionaria tuvo que pedir "un poco de paciencia a los vecinos" en medio de su discurso. Algo que arrancó aplausos a su favor en el palco, pero que quedó ahogado en la lluvia de decenas de miles de silbidos y reproches en contraataque. Eso sí: el "feliz día" final de la Ministra cambió los ánimos de todo el mundo y le abrió la compuerta a la ovación que duraría hasta el final del desfile.
