El solo nombre encerrado entre comillas tuvo efecto magnético, impreso en la pantalla del televisor: "Nico". Inequívocamente aludía al chiquito de tres años que alguien había abandonado en un supermercado porteño hace un mes. Imposible no conmoverse con su historia, asociar esa carita a la de los niños de la familia propia y pensar acerca de la suerte que le tocó a uno y a otros. Más difícil aún resultaba adivinar su futuro. Y amargo, escuchar las repercusiones.

"Nico" fue noticia nuevamente el viernes por la noche cuando los noticieros daban cuenta de la aparición repentina de una mujer que decía ser su madre. Una trabajadora textil boliviana que justificó la dolorosa decisión de abandonar a su hijo por motivos económicos. Cuestionable, por cierto, pero no por ello poco común. Para prueba, basta repasar la ristra de libretos repetidos en tanta telenovela berreta.

Con el impreso en el pie de la pantalla -"Nico"- uno de los televidentes acotó: "seguro que a ésta -por la madre- le recomendaron que apareciera para que el gobierno le diera algo". Luego vinieron otros comentarios fronterizos con la xenofobia, alusivos al origen socioeconómico y geográfico de la madre abandónica.

La mediatización del caso abrió el juego de opiniones y juicios aún a 1.200 kilómetros del lugar donde sucedió el caso. Claro, todo ello sin reparar en la escena completa. Por supuesto, en una perspectiva más amplia el fenómeno no excluye siquiera a las naciones desarrolladas del planeta.

Según UNICEF, dentro de la acepción "niños de la calle" están incluidos los chicos que al final del día vuelven a la casa y contribuyen con sus ingresos a la economía familiar. Eventualmente pueden verse empujados a permanecer más tiempo en la calle que en el propio hogar. El factor económico está siempre presente, especialmente en Latinoamérica.

En 1993, la Organización Mundial de la Salud estableció una larga lista de factores determinantes del abandono infantil. Entre los primeros, citó: desintegración del entorno familiar, conflicto armado, pobreza extrema, desastres (naturales o provocados), hambre, abusos físicos y sexuales.

Oficializar cifras al respecto sería tanto como que los gobiernos blanquearan una situación no deseada. Sin embargo, el Consortium for Street Children (una asociación de ONGs británicas), estimó que habría unos 100 a 150 millones de niños viviendo en las calles en todo el mundo.

"Nico" y su mamá ya cuentan con asistencia psicológica provista por el Estado. Como tantos otros casos detectados y contenidos, incluso en San Juan. Muchos seguirán aún en la penumbra, lejos del veredicto de cualquiera que, por el sólo hecho de tomar contacto con la noticia, se presuma juez calificado de una realidad tan dura como compleja.