Una masiva presencia de sanjuaninos acompañó ayer la visita del vicepresidente Amado Boudou, quien junto al gobernador José Luis Gioja desarrollaron una intensa agenda que incluyó las inauguraciones de los edificios de la Escuela Juan XXIII en Rawson, del Instituto de Formación Docente y la entrega de 830 netbooks a los alumnos de la Escuela de Enología. Según cálculos policiales, hubo unas 1.000 personas en tierras rawsinas, otro tanto en el tradicional colegio de Paula Albarracín de Sarmiento y unas 1.200 en el imponente edificio que se levantó en Capital.

A poco más de una semana de las elecciones primarias para elegir los candidatos para las legislativas del 27 de octubre, el Vicepresidente, en su primera visita de este año, pisó suelo local y por casi 6 horas estuvo acompañado por el calor de los sanjuaninos junto a Gioja, quien incluso fue su chofer porque manejó el auto en el que se desplazó el funcionario.

A lo largo de la jornada las arengas de la militancia por Cristina y por el propio Gioja se hicieron notar (ver página 3).

La actividad arrancó pasadas las 10 en la Escuela Juan XXIII, en Rawson, que ayer estrenó su nuevo edificio de 10 aulas con espacios para dirección, secretaría, biblioteca y salón de actos con un costo de 6,5 millones de pesos, aportados por la provincia. También tendrá 2 aulas para el nivel inicial.

En la oportunidad el gobernador Gioja anunció que también la Escuela Carlos María Moyano tendrá su edificio propio.

La comitiva se trasladó después hasta la intersección de Mendoza y San Juan, donde funcionaba el viejo Ministerio de Educación y que ahora alberga al nuevo Instituto de Formación Docente, una mole de 4.500 metros cuadrados.

Después de una parada en Casa de Gobierno para un rápido almuerzo, el Vicepresidente cerró su actividad con la entrega de 830 netbooks en la Escuela de Enología, junto a la ministra de Educación, Cristina Díaz, y funcionarios del Gobierno local.

En todo momento el funcionario se mostró distendido y dispuesto al saludo de la gente, sobre todo de la platea femenina, que no se cansó de decirle piropos.

Entre los objetos más preciados que se llevó de San Juan, además de dulces, vinos y artesanías, también el destacado pintor Mario Pérez le obsequió una de sus pinturas.