Alberto Alaniz llegó a eso de las 10:30 horas a la Escuela Mariano Necochea, en Santa Lucía, para sufragar en las elecciones legislativas de este domingo. En la mano derecha llevaba un bastón y la izquierda iba apoyada en el hombro de su pareja Gisela: es ciego.
El hombre tiene 43 años y hace tres perdió la vista. “Es la cuarta vez que vengo a votar estando ciego. Antes nunca falté y ahora menos”, dijo.
Luego explicó lo que sí pudo hacer y lo que no dentro del aula: “Entré con mi señora. Yo a ella le tuve que decir mi voto y ella marcó la cruz porque por ahora los votos no están escritos en Braille, por eso necesito ayuda”. Sin embargo, “lo que sí pude hacer es firmar porque en la mesa hay una almohadilla especial”.
Alberto quedó ciego a los 40, por desprendimiento de retina. Vive con su familia a unas siete cuadras de la escuela y este domingo fueron en auto. Gisela, indispensable para su vida, contó que “el venir a votar es una decisión propia de él y yo lo acompaño”. Ella es empleada pública y el sostén económico de la casa. Él trabajaba en la construcción, ahora se dedica a las tareas del hogar y asiste a una escuela especial.
Funcionan como equipo y hoy lo volvieron a demostrar para que Alberto pudiera cumplir con su derecho cívico.

