Las miradas curiosas se multiplican. No solo por la exultante figura de Sol Pérez (26) camino a la orilla de “La Restinga”, balneario marplatense donde pasará todos los fines de semana hasta fines de febrero. Su pareja, Guido Mazzoni (36) dueño de la reconocida cadena de gimnasios “Bigg Fit”, también despierta suspiros por su trabajado físico con prominentes tatuajes. “Convivimos desde el primer momento.

Él se quedaba todas las noches en mi departamento hasta que me propuso mudarnos juntos una semana antes de venirnos a Mar del Plata. Los primeros días fueron difíciles. Él tiene que estar acompañándome a todos lados para poder estar conmigo pero obviamente se cansa y me termina diciendo: ‘yo no soy tu asistente’.

Al principio pensamos que nos separábamos porque entramos en crisis pero nos fuimos acomodando a esta vida y adaptándonos a otros horarios”, devela la ex Chica del clima entre risas y describe el día a día como una convivencia intensiva. “Somos muy parecidos pero a la vez muy distintos. Cuando él tiene caprichos yo quizá soy la más centrada. Es como un nene de cinco años que quiere todo el tiempo hacer cosas y se hace difícil. Obviamente que uno llega cansado de trabajar y me encantaría cocinarle o estar más tiempo haciendo vida de novios pero sabemos que estas no son vacaciones”, agrega. 

Además de convivir bajo el mismo techo, la figura de “Veinte Millones”, comedia que encabeza Carmen Barbieri en el Teatro  Atlas de martes a domingos, asegura que encontró un compañero con el que se permite proyectar a futuro. “Siempre tuve ganas de ser mamá y le digo todo el tiempo que busquemos el bebé pero me esquiva. De acá a un año los dos tenemos ganas de casarnos y tener hijos aunque yo soy la que mas hincha con esas cosas. Él es re relajado, no le interesa mucho. Yo quiero fiesta, iglesia, salón, todo”, admite y destaca la diferencia de edad (él es 10 años mayor) como un punto a favor porque “él ya vivió muchas cosas y no tiene la necesidad de salir todos los fines de semana, chamuyarse minitas por Instagram o emborracharse”.

Aunque intenta descansar de la vorágine diaria, que incluye móviles de TV mañana y tarde además de doble funciones de teatro, ni Sol ni su pareja, que comenzó siendo su personal trainer, negocian el entrenamiento. “Entrenamos juntos, tenemos la rutina de Bigg todos los días, comiendo sano aunque yo soy más desvolada con las comidas pero él me hincha. Justo hay un gimnasio enfrente de casa y vamos al mediodía”, cuenta y tras un año de grandes logros profesionales, promete: “Mi meta ahora conducir un programa de juegos”.