El riesgo que representa la presencia de bacterias ante una herida crónica es inversamente proporcional a su microscópico tamaño. Las personas que padecen de úlceras en el pie como consecuencias de una diabetes mal controlada saben que esa herida puede tardar años en cerrar.

Pero, además, si llegara a infectarse, el panorama se complicará rápidamente y, en el peor de los casos, podría derivar en la amputación de la extremidad. Por eso, el desarrollo de productos y métodos capaces de combatir esos microorganismos de la manera más rápida y efectiva posible es un objetivo que desafía permanentemente a los investigadores.

Estos apósitos podrían utilizarse en úlceras de pie diabético y en escaras producidas en la piel de personas que deben pasar largos períodos en una cama.